La palabra bogavante denomina a un crustáceo decápodo reptante, Homarus gammarus (Linnaeus 1758), del Atlántico oriental, que mucha gente confunde con la langosta por el nombre, pues la especie del bogavante americano, Homarus americanus (H. Milne-Edwards 1837), del Atlántico occidental, suele llamarse también "langosta" o "langosta americana", pero la auténtica langosta, de la familia Palinuridae, tanto en Cuba como en España, tiene las pinzas pequeñas y las antenas gruesas, mientras que el bogavante, de la familia Nephropidae tiene las pinzas enormes y las antenas más finas. En España la langosta es siempre del género Palinurus y para la langosta caribeña, más espinosa, se ha acuñado un nombre con anagrama de la europea Panulirus, siendo la langosta habitual en La Habana la Panulirus argus (Latreille 1803), y se han forjado igualmente anagramas suyos para otras langostas de diferentes latitudes, como Linuparus o Nupalirus. En Chile se da en la Isla de Pascua la Panulirus pascuensis (Reed 1954) y, también palinúrida, la langosta de Juan Fernández, Jasus frontalis (H. Milne-Edwards 1837).
El bogavante tiene, pues, en las enormes pinzas la clave de su etimología, porque deriva de una palabra griega que significaba un bicho horrible: λυκοπάνθηρος (lykopántheros), lit. "lobo-pantera". Lo que pasa es que no se ponen de acuerdo las fuentes en qué bicho era y qué tanto de horrible tenía. Según el diccionario de Liddell & Scott (LSJ) 1064 y 814 se ha empleado para el chacal dorado Canis aureus (Linnaeus 1758), el perro salvaje africano Lycaon pictus (Temminck 1820) y la pantera, panther dice en inglés el LSJ 814 s.v. θώς (thṓs), sinónimo de λυκοπάνθηρος, probablemente referido a Panthera uncia (Schreber 1775). El DRAE dice que era la onza, pero este es el guepardo o chita, Acinonyx venator (Brookes 1828) [= Felis jubata (Schreber 1775)].
El caso es que debieron de ser las tremendas pinzas de bogavante las que hicieron que se le llamase así. La palabra había pasado al latín, transcrita tal cual, lycopantheros, y se le habían atribuido identificaciones fabulosas, como la de híbrido de lobo y pantera, precisamente. Este lycopantheros debió de abreviarse en *lucopante, como sugiere la Academia y de ahí salió llamarle en español lobagante con variante lubigante. Las metátesis y etimologías populares hicieron aparecer las formas bogavante y elefante (elefante marino). Como se trata de una palabra popular, en boca de marineros y mariscadores, las variantes son muy numerosas, como llocántaro tomada de formas asturianas como llocántaru o llubricante; en Cádiz también se llega a oír lubricante o lumbrigante (gallego), en otros sitios abacanto, abricanto, bogamante, bocavante, logabante.
Lo habitual en portugués es lavagante pero también hay una versión labugante y en gallego lumbrigante
En catalán hay también cognado llamàntol con variantes llamanto, llomanto, llocàntol, llobregant, llongant, llangant (los tres del Ampurdán), que se convierten en gramàntol o gramanto en Valencia, grimald o grimaldo en Mallorca e Ibiza, y gromant o gromàntil en Menorca.
En vascuence también está representado por abakando, que en Zarauz se hace abocante y ya en Cantabria bocante en Castro Urdiales.
Fuera de la Península Ibérica se da un italiano lupicante y un occitano ligombau.
Pero bogavante, que es la palabra más extendida en España para esta especie, fue otra etimología popular, pues en principio el bogavante era el que bogaba delante, el primero de la fila de remeros de las galeras, el del primer banco. Por aproximación a esta palabra, como el Homarus gammarus es reptante, parece que sus cuatro pares de patas son remos, de lobagante la gente hizo bogavante. Por eso la palabra tardó en aparecer en el DRAE. Primero lo cita Terreros en 1767: "Bogavante llaman en Andalucía a una especie de langosta marina bastante grande. En Galicia le llaman lubigante"[1]. El DRAE no lo incluyó hasta 1817: "Bogavante. Una clase de langosta de mar muy conocida en las costas de Andalucía". Hasta entonces solo aparecía la acepción de primer remero galeote.
Fuente:
[1] Terreros y Pando, Esteban de. Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana [...]. Tomo primero (1767). Madrid, pág. 256.
- Gracias: Joaqu1n
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