Origen de la letra J

J

La letra J es una mera transformación que sufrió la I, esto explica que la j también tenga un punto arriba. Inicialmente se le conoció como i holandesa. La letra I deriva de la décima letra protosinaítica iod o "brazo con mano" (Ver: I), por eso en griego se le conoce como "iota". El punto fue añadido en la edad media para no confundir, en la escritura cursiva, el diptongo latino ui con el iu; posteriormente se generalizó a todo el uso de la i minúscula.

- Gracias: Stacy Roulet


En latín existía la Jota, lo que no existía es el sonido jota, como cuando en español decimos jarro o en griego jarites. Tampoco se llama jota evidentemente. Se llamaba iota longa, o sea -i larga. Pueden verse en muchas inscripciones palabras con i normal y con i larga. Naturalmente sonaban igual: i. Pero diferenciaban la i larga y la i breve. A veces se usaba por arcaísmo. Otra cosa: los diccionarios mantienen la j, aunque se pronuncie como i, para diferenciar la i vocal de la semiconsonante. La ortografía moderna, usa la i solamente, la u minúscula solamente y la V mayúscula sólo cuando es mayúscula.

- Gracias: VERGILIUS


En algunos idiomas (v.g. italiano) se le conoce como "i larga" (i lunga) y en esperanto se usa para formar los plurales. Este uso es similar al uso de la iota griega para formar plurales: v.g. aytó, aytoí (pr. aftó, aftí). El nombre actual ("jota") puede haber sido tomado de la "iota" griega, aunque coincide con el nombre del baile español.

- Gracias: Maximiliano Mena Pérez


En latín, originalmente no existía la "J". El latín, evolucionado, fue tomando el sonido que se le da en el lugar donde se estudia. No hay un acuerdo al respecto, diferente por ej. es el sonido que se da en Alemania que en España en la actualidad. Según un libro de gramática, la i (j) era una "i" consonántica sin ruido fricación, por eso no usaron ningún símbolo especial, pero con frecuencia la expresaban con la I longa. Más tarde adopta en la época imperial, carácter de aspirante como la usamos en español a la "jota" (la h en inglés o alemán), luego dice que algunos dialectos del vulgus latino pasó a "silbante" y la representaban con una Z, S, DI, GI, ej. Zanuario (Ianuruio), Sustus por Iustus; Magias por Maias, en realidad no se sabe bien como era la pronunciación. Cuando empezó el latín ECLESIÁSTICO, comenzaron los cambios, tanto fonéticos como en la escritura (la "I" por la "J" donde esa "I" era una consonante", por ejemplo, algunos cambios fonéticos fueron que la "C" no sonora siempre como una "K" que así era en el latín clásico, la U=V, era el mismo fonema, y se pronunciaba después de la Q (quasi, aqua) como una semiconsonante unida a la Q, era como si las dos letras QV fueran una sola QVO VADIS, el sonido que suena como nuestra V corta empezó luego, a partir del siglo II después de Cristo, la U =V sonaba siempre, no como en el español como en "queso" donde decimos (keso), en latín sería Kueso, pero con una u casi imperceptible, es como cuando decimos directamente la letra Q. La cosa es que por aquella época no había grabadores, entonces todo se analiza siguiendo los idiomas y fonéticas conocidas. Ahora, por error o tal vez por comodidad, se enseña el latín como se usan los fonemas en cada país según sea su lengua, por eso estimo que la pronunciación de un estudiante de latín, es diferente de la de un italiano.

- Gracias: ENNIVS


El latín eclesiástico universal utiliza la fonética italiana actual ("Cicero"= algo intermedio entre "chíchero" y "shíshero") y los latinistas clásicos pronuncian "c"="k": "Kíkero", mientras que en España, curiosamente, los eclesiásticos tienden a la fonética española: "cícero", variándola sólo en las "tes" de la sílaba "-tio", que pronuncian "-cio-" (p.ej. "redemptio" = "redempcio"), como en un intento de acercarse al italiano ("-tio-" ="-tsio-"). En realidad, las diferencias se extienden a otras consonantes (ch, g, etc.). Pero en cuanto a la "i", parece que la dualidad que tiene como vocal y semiconsonante existe en muchos idiomas. Así, en español, "hierba" no sólo se pronuncia "yerba", sino que incluso puede escribirse así. Aun en sistemas fonéticos tan sencillos como el castellano, hay diferencias en el sonido de una letra según su posición dentro de la palabra y según las letras que le acompañen: la segunda "m" de "mamporro" es más nasal que la primera. Y no digamos la "ll", que en España sólo se pronuncian académicamente en Castilla la Vieja (Valladolid, Segovia, Ávila...), mientras que la mayoría somos "yeístas ("Castiya"): y si vas a Argentina, la "ll" pasa de la "y" a la "sh" en un sinfín de matices.

- Gracias: José Carlos Villaro Gumpert


La pronunciación del latín clásico se conoce perfectamente y no es ningún invento imaginativo. La empleamos todos los latinistas. No sólo se conoce esta pronunciación sino también las tendencias y variantes populares en cada zona. Es cierto que el latín tomó en boca de los eclesiásticos una pronunciación italianizante e incluso en otras zonas pronunciaciones "nacionales". Pero ya los importantes trabajos de Erasmo de Roterdamm y otros humanistas, restituyeron en el s. XVI toda su pronunciación exacta. Cada fonema se restituye por fuentes indirectas, anécdotas, indicaciones de gramáticos, confusiones epigráficas, préstamos antiguos a otras lenguas, etc., y se corrobora con miles de datos, como la confluencia evolutiva partiendo de leyes diferentes hacia una forma única, de las deformaciones sistemáticas producidas por cada comunidad romance en la evolución a las lenguas romances. Cada ínfimo detalle se conoce. Voy a poner un ejemplo mínimo. Cicerón en De divinatione, trasmite una anécdota también recogida por Dión Casio, Plutarco y Plinio. Craso realizaba un sacrificio augural para buscar refrendo a su inicio de una campaña bélica, cuando oyó un voz que decía "Cave ne eas" (cuidado, no vayas). Sabemos por otros medios que la e breve final de un imperativo como "cave" se pronunciaba muy ligeramente. En realidad lo que oyó era el voceo de un vendedor callejero de higos de Cauno (los más apreciados, llamados "cauneae"). El vendedor repetía gritando la palabra en acusativo "Cauneas!" y eso le llenó de supersticioso terror. Una anécdota así corrobora con otras muchas que la v, o u consonántica tenía un sonido similar a la w inglesa y mucho más parecido a una u, que a una uve, y que la labiodentalización en v fue muy posterior. De no ser así la confusión no se hubiera producido. Las interferencias entre C y K en la epigrafía popular, llena de faltas de ortografía, muestran que la C sonaba K en cualquier posición y ante cualquier vocal, cosa demostrada por múltiples préstamos a otras lenguas. Y esto sería inacabable. Las pruebas son infinitas para todo.

En efecto la i longa (que nunca se llamó iota en latín) existía en la epigrafía para marcar la i larga, y apareció también en manuscritos tardíos. Sin embargo en latín en sí nunca existió, ni en las variedades populares, un sonido sordo guturalizado como el que representa ahora. En los manuscritos medievales sigue representando una vocal i (solo que larga).

Pero el romance castellano generó un sonido gutural sordo que otras lenguas no tienen, como evolución fonética de los grupos latinos li-+vocal, -cul- y x intervocálica. En la tardía Edad Media no sabían como representar ese nuevo fonema en nuestra lengua y casi siempre recurrían a escribir todo eso con x.

Ej. filiu (m) > hijo. Lo escribían "fixo". Articulu (m) > artejo, lo escribían "artexo", complexu (m) > complejo, lo escribían "complexo", aunque en todos los casos sonaba como jota.

Fueron los holandeses quienes dieron la solución al aparecer la imprenta. Junto con alguna ciudad de Alemania, ellos fueron de los primeros en tener el nuevo invento de Guttenberg para imprimir libros, y de los primeros que imprimieron cosas en su propia lengua. El holandés tiene un sonido gutural muy similar a la jota española, y para representarlo, ellos recurrieron a la vieja i longa del latín que ya no se empleaba en lenguas modernas, dado que estas ya no suelen diferenciar las vocales largas de las breves. Se llamó la i holandesa. A través de la imprenta y sus ediciones, los españoles castellanos la copiaron para su sonido similar, etimológicamente distinto de la g sorda, y así nació nuestra jota.

- Gracias: Helena

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