Etimología de CASIOPEA

CASIOPEA

El nombre propio Casiopea designa a una constelación bien conocida desde la antigüedad, compilada en el catálogo de Ptolomeo. Es circumpolar en el hemisferio boreal y con sus cinco estrellas bien visibles que forman una estructura como de una M o una W si se unen entre sí con una línea imaginaria, está siempre muy cerca de la estrella polar en el lado opuesto a la Osa Mayor o carro, siendo incluso más visible que ésta en muchas circunstancias, por lo que desde antiguo sirvió para localizar aproximadamente el norte.

Su nombre es muy antiguo y nos llega del latín Cassiepia, donde también tiene la forma Cassiope, que seguramente generó un cruce Cassiopia. Pero estos vocablos fueron trasladados del griego Κασσιέπεια ("Kassiépeia"), y de su variante más tardía Κασσιόπη ("Kassiopē").

Pero es este un vocablo que se vincula a la vez al campo astral y al campo mítico, pues Κασσιέπεια / Κασσιόπη es también en la mitología griega una reina de Etiopía (recuérdese que los griegos de épocas arcaicas llaman Etiopía al África negra en general, si bien tienden a situarla al sur de Egipto, pues esa era su vía de contacto con el África negra), esposa del rey Cefeo y madre de Andrómeda, que fue convertida en constelación. Un mito nace para explicar un ritual ancestral, una verdad natural poco evidente y en esta explicación proyecta los rasgos de su entendimiento del mundo y su propia sociedad, así como su entendimiento de las palabras. El personaje mítico de Casiopea es protagonista de uno de los muchos catasterismos (conversión de un personaje en astro) de la mitología griega. Y aunque puede darse que alguna vez se haya dado un nombre a un ente astral a partir de un nombre mitológico, si seguimos realmente los más avanzados trabajos de antropología del mito, el proceso natural es generalmente a la inversa: primero está el hecho, el objeto natural con sus rasgos y su nombre, el ritual concreto con sus pasos establecidos, etc., y luego viene el mito generado para explicar estos rasgos, bien rasgos del referente o bien rasgos del nombre oscuro del referente.

El nombre se testimonia casi a la vez como nombre del personaje mitológico y de la constelación (al menos desde el s. III a.C. en Eratóstenes y II a.C. en Higino). Pero a tenor de lo que hemos argumentado antes, ha de ser anterior el nombre de la constelación, y el mito viene después a explicarlo y a dotarlo de un personaje, y estas explicaciones míticas nos van a mostrar indirectamente cómo explicaban un nombre que ya no entendían. Hay que buscar pues en el nombre un sentido estelar o bien de la función que ese grupo estelar tenía para los observadores humanos. Pero la cosa no es nada fácil.

Como hemos dicho, tenemos Κασσιέπεια y más tarde Κασσιόπη, vertidas al latín como Cassiepia y Cassiope. Hay que hacer notar que en latín tenemos también constancia de un pueblo llamado los Cassiopaei (pueblo del Epiro citado por Plinio, que han de ser los molosos cuyo territorio en griego se llama Κασσωπία, "Kassōpía").

Si nos centramos en la forma más antigua Κασσιέπεια, el primer problema es por donde seccionar este muy probable compuesto, pues los intentos de ver un elemento kass- y un posible elemento radical -ep-, topan con la dificultad de la iota intermedia (-i-) que no sabemos muy bien a cuál de las dos raíces asociar. En el nombre sí vemos una terminación -eia que sí puede reconocerse como un sufijo muy griego. Pero este sufijo puede ser resultado de la adaptación y seguramente este nombre puede ser un muy viejo préstamo de una lengua asiática, de la que además tendríamos que dilucidar si es una lengua indoeuropea minorasiática, o si se trata de una lengua minorasiática preindoeuropea, pues las secuencias -ss- son bastante frecuentes en una serie de vocablos identificados como del fondo minorasiático preindoeuropeo (véase coloso, por ejemplo, en que el griego κολοσσός es un claro préstamo de este fondo léxico). En este último caso no podríamos ni establecer la más mínima conjetura.

Pero podemos estar ante una raíz kas- o kass- que puede ser indoeuropea, aunque seguramente no griega en origen, a la vista de su repartición en nombres propios, como indiqué en la entrada Casitérides. Este elemento que también asume la forma kad- aparece en nombres, bien de procedencia minorasiática o bien de macedonios en contacto con los epirotas, como Κάσσανδροϛ ("Kássandros), Κασσάνδρα ("Kassandra"), Κάστωρ ("Kástōr"), Κάδμος ("Kadmos") o en el nombre Κασσωπία ("Kassōpía") que es como se llama al territorio de los molosos, un pueblo del Epiro que hablaba un dialecto muy particular del dorio. Esta raíz, que ya hallamos en formas micénicas probablemente afines a vocablos asiáticos, puede relacionarse con el griego κέκασμαι (sobrepasar, pero en origen quizá brillar), hipotéticamente puede vincularse con una raíz indoeuropea *kad-2 (brillar, resplandecer) que da Pokorny en la página 516. Probablemente esta raíz sería más fecunda en las hablas indoeuropeas minorasiáticas, macedonias o epirotas que en el griego mismo. Pero Pokorny puede estar equivocado y haber incluido un radical indoeuropeo que no lo es, porque como hemos indicado las secuencias -ss- son muy habituales en una serie de vocablos de un sustrato lingüístico preindoeuropeo.

Siguiendo con la línea indoeuropea, y asumiendo que la iota podría ser un alargamiento de esta raíz kass- que presentara la forma kassi-, otra cuestión es explicar ese elemento -ep- dotado de un sufijo griego -eia, podría vincularse a una raíz *okw- (ver), que en griego siempre va a dar op -como en ὄψις ("opsis", vista, visión), pero que en otras lenguas da resultados abiertos como en armenio akn o en tocario b ek, etc. Si pensamos que este vocablo tiene toda la pinta de ser un antiguo préstamo en griego, podría ser un préstamo de una lengua indoeuropea de Asia Menor (hay varias), y podría haber significado algo así como "la imagen brillante", "la visión brillante", lo cual casa con el brillo con que se destacan las cinco estrellas de esta constelación en forma de M o W, siempre tan fácilmente visible en la latitud norte. Pero también hay otras posibilidades. Una raíz indoeuropea *sekw- (seguir), que da en latín en verbo sequi (seguir) y el vocablo signum (signo, aquello que se sigue), en griego como es natural aspira y hace desaparecer la sigma inicial y labializa en p la labiovelar indoeuropea -kw-, dando lugar al verbo ἕπω o ἕπομαί ("hepō"/ "hépomai") que significa "seguir, ir detrás". Si el compuesto se hubiera trabado ya en griego sobre una vieja raíz kassi-, la palabra podría significar "la que sigue en brillo", o "la seguidora brillante" (¿al polo?) o incluso "el signo brillante" (la constelación parece un signo, especialmente un signo gráfico). En definitiva, es extraordinariamente complicado, porque además quizá su nombre pueda tener relación con su función en la orientación, pues Casiopea gira en la noche siempre muy cerca y en torno al polo, marcado por la Polar, y si al noroeste de Grecia hay un territorio llamado Κασσωπία, bien podría ser que la constelación se relacionara con él como la que marca ese camino en alguna de sus posiciones de giro. Y el análisis de este nombre nos llevaría muy lejos, pues un elemento -ōp- con o alargada u omega, se puede relacionar tanto con la idea de ver o imagen, como con una denominación de la región hiperbórea (para los griegos, la desconocida tierra más allá de los confines del norte, donde se retiraba el sol para renacer más allá del punto donde nacía Bóreas, el viento del norte).

¿Pero qué es lo que sucede después?. Quizá los griegos revertieron ese nombre con cierta conciencia (¿o error?) de que ese -ep- remitía a su raíz -op-. Y tenemos Κασσιέπεια y Κασσιόπη, lo cual a la larga debió favorecer dos interpretaciones populares. Dado que -ep- en griego se vincula más corrientemente con ἔπος ("epos", palabra, relato), más que con ἕπω (seguir), y kas- con κέκασμαι (sobrepasar, exceder), pudo entenderse que Κασσιέπεια era "la que se relacionaba (-eia) con un exceso de palabra o palabra excesiva" (que hoy etimólogos modernos interpretan como "la que sobresale por la palabra"). Y por otro lado los abundantes nombres propios griegos acabados en -ope (imagen, vista, pero también el rostro de alguien que uno ve), tenían el significado de "de rostro…", como Calíope (de rostro bello), y κασσία (préstamo semítico en el griego) era la casia o falsa canela, muy similar a la canela de Ceilán o cinamomo, ambas conocidas y utilizadas por los griegos, la variante Κασσιόπη pudo interpretarse sin duda como "de rostro de canela", de rostro moreno como la canela. Así pues, ¿Quién fue esa misteriosa Κασσιέπεια o Κασσιόπη con aparente nombre de mujer?. Y el mito popular va a construir su relato. Pues era una reina de Etiopía (el país de los "rostros tostados", como indica su nombre), casada con Cefeo, una hermosa reina que "se excedió tanto con la palabra" que proclamó a los cuatro vientos que ella era más bella que todas las Nereidas, palabras que fueron oídas por Poseidón y las divinidades marinas, que para castigar su exceso y su soberbia, su hybris en suma, enviaron un monstruo marino, una especie de descomunal dragón acuático que asolaba las costas de su reino y devoraba a las gentes. Y consultados los sacerdotes y los adivinos sólo hallaron un medio de aplacar definitivamente la furia del monstruo: ofrendarle a la joven Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea, desnuda y encadenada a un acantilado, para que el monstruo la devorara. Y de esa guisa la vio el héroe Perseo que llegó volando con las aladas sandalias de Hermes, Perseo que había errado su ruta y que llegaba con la cabeza cercenada de la Gorgona Medusa para volver a su isla y salvar a su madre. Y Perseo ofreció a Cefeo salvar a su hija y destruir al monstruo, a cambio de que le concedieran su mano. Y en efecto petrificó al monstruo con la cabeza de Medusa y rescató a la jovencísima princesa. Y al final de sus días todos los personajes del mito fueron convertidos en constelaciones. Pero hay más, porque Casiopea en el mito es hija de Arabo, el mítico fundador que según la mitología griega da nombre a Arabia, y esa es por tanto la patria originaria de Casiopea, sencillamente porque para los griegos más antiguos que adquirían las especias que les llegaban de desconocidos lugares de Oriente, a través de intermediarios árabes desde el sur del Mar Rojo, la "Arabia feliz" era la tierra de los aromas, la tierra productora de las valiosas resinas perfumadas como la mirra y el incienso, y de las aromáticas especias, entre ellas las canelas, todas ellas producto de la adecuada "cocción" de un sol abrasador. Sobre este último aspecto hay un libro muy bonito que analiza las estructuras de los mitos vinculados a los aromas y es muy ilustrativo y agradable de leer (MARCEL D'ETIENNE, Los jardines de Adonis).

- Gracias: Helena

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