Etimología de APELLIDO

APELLIDO

La palabra "apellido" del participio del verbo apellidar. El verbo apellidar viene del latín appellitare (llamar repetidamente), formado con el prefijo ad- (hacia) y el verbo pellitare. La d del prefijo ad- se transformó en p (appellitare) por asimilación. El verbo pellitare es el frecuentativo pellere (empujar, poner en movimiento). De ahí también la palabra y apelar (de appellare = empujar a uno con la palabra, hablar con una autoridad). El verbo latino pellere se asocia con la raíz indoeuropea *pel- (poner en movimiento).

David López me informó de la degeneración de algunos apellidos:

En el sitio de apellidos.deChile.net estamos empezando una sección nueva para apellidos.


El apellido Obregón no proviene del irlandés de Obregón ni Terán es persa. Los dos son apellidos cántabros archiconocidos y muy antiguos, documentados desde la Alta Edad Media, de antes de que supieran en Cantabria de la existencia de Teherán o los O'Byrne. Son topónimos de los valles cántabros, Obregón está en el valle de Villaescusa y Terán en el valle de Cabuérniga que riega el río Saja. Ambos son apellidos linajudos.

- Gracias: Joaqu1n



Apellido del latin apello 'apelar' 'invocar' 'llamar' 'dar un nombre' [te sapientem apellant 'te llaman prudente']; pero Apellidar en latín era cognomino 'nombrar', de ahi que en italiano apellido es cognome, asimismo en inglés cognomen. Appello también era 'invocar' y con esta acepción lo vemos mucho en Don Quijote:

[...] pero el respondio que no convenía, a causa de que si alli los dejaban apellidarian luego la tierra y alborotarían la ciudad [...]

(El cautivo, capítulo XLI, parte I).

Aquí 'apellidar la tierra' era convocar gentes en son de guerra. El verbo appello dio también en el castellano apelativo, apelar.

- Gracias: ofreide


Evidentemente el italiano cognome y el inglés cognomen tienen que ver con el verbo latino cognominare, pero no derivan de él, sino directamente de la palabra latina cognomen (2º apellido o apellido de familia). El sistema onomástico romano ha dejado huellas léxicas en casi todas nuestras lenguas modernas que se gestaron en el entorno europeo. Un romano varón tenía un nombre compuesto por tres elementos. El primero era el nombre propio individual llamado praenomen (de donde por ejemplo tenemos en francés prénom), al que los romanos concedían escasa importancia y solían anotar abreviado por su inicial. El segundo elemento era el nomen o nomen gentilicium, una especie de apellido de la gens o linaje amplio al que la familia pertenecía (nos ha dejado formas en las distintas lenguas como nombre, name, nome, nom....etc., que muchas veces se aplican al nombre propio y otras veces al apellido). El tercer elemento era el cognomen, o apellido de la familia concreta, vocablo que nos ha dejado en inglés cognomen o en italiano cognome. El nomen y el cognomen se heredaban siempre del padre.

Así por ejemplo, el famoso Julio César se llamaba en realidad C. Iulius Caesar, en que la C. significa Gaius y era su praenomen o nombre individual (el equivalente a nuestro Juan, Pablo o Manuel), Iulius es el nomen o apellido propio de la gens Iulia, y Caesar es su cognomen o apellido de familia.

Curiosamente el sistema era diferente para las mujeres, que en los tiempos más antiguos sólo recibían un nombre: el nomen de la gens en femenino. Así, si Julio César hubiera tenido tres hermanas, las tres se hubieran llamado Iulia, y se las hubiera distinguido simplemente llamándolas Iulia Maior (Julia la Mayor), Iulia Minor (Julia la Menor) y Iulia Tertia (Julia la Tercera). No obstante ya desde época clásica empieza a aparecer un segundo elemento del nombre para la mujer, que es adaptación del cognomen (por ejemplo Livia Drusilla). Puede decirse que las mujeres carecían de praenomen, solo tenían apellidos en femenino, pero esos apellidos no los perdían nunca al casarse ni adoptaban los del marido.

- Gracias: Helena

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