Etimología de ALMENA

ALMENA

La palabra almena (cada prisma que corona los muros de las antiguas fortalezas y castillos) aparece ya así en la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio (de la segunda mitad del s. XIII), siendo recogida después con esta forma por el diccionario de Nebrija. Pero en el Roman de Alexandre, algo anterior, aparece la variante más antigua amena, también testimoniada en otras fuentes y en gallego existe también como amea. Y la primera forma de la palabra fue mena. Un fenómeno frecuente de falso corte sobre expresiones como la mena/ una mena, generó la variante amena por hipercorrección (si la incorrecta "cera" es en realidad "acera" con una a enmascarada por un artículo, de mena se supuso amena, quizá con influencia analógica del adjetivo correspondiente). Pero después, en el s. XIII, con cierta abundancia de préstamos del árabe, algunos muy similares como almenara (señal que se hace con fuego desde un lugar elevado que bien podía ser un muro con almenas), por influjo analógico de esta sílaba inicial al- frecuente en la lengua, y en bastantes casos remotamente procedente del artículo árabe, surge sobre amena la modificación almena, de modo que en realidad coexisten ambas variantes en la citada Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio.

La forma originaria, mena, procede del latín mina, más empleada en plural como minae (partes salientes, amenazas), que nos ha dado palabras como mena, amenaza, mina (el artefacto explosivo, no el lugar de obtención de metales) y conminar. Contiene la misma raíz que el verbo latino eminēre (sobresalir, proyectarse hacia arriba), de donde eminente, cuyo antónimo o complementario es inminēre (proyectarse o sobresalir hacia abajo estando a punto de caer hacia alguien o algo), de donde inminente. Asimismo existe prominēre (sobresalir hacia delante), de donde prominente. Todos estos vocablos se forman sobre una base latina -min- que se vincula a la raíz indoeuropea *men-2 con la idea de ser saliente, proyectarse o ascender, raíz que también se asocia en latín a la palabra mons, montis (monte), de donde monte, montaña, montaraz, montar, montón, amontonar, montazgo o promontorio, y al vocablo mentum (barbilla, parte saliente de la mandíbula o el rostro), de donde viene mentón.

- Gracias: Helena

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