Etimología de SEMA

SEMA

La palabra sema fue tomada del griego σῆμα ("sema", señal distintiva, marca, todo aquel pequeño signo dotado de un significado). Aparte de estar presente en vocablos de origen griego como semáforo (portador de una señal) o semántica (ciencia de los significados de los signos), el vocablo sema designa a algo muy importante en semántica: se trata de las unidades mínimas de significación que componen un concepto o significado de un vocablo. La lengua se compone de signos lingüísticos con significante (el elemento fónico que simboliza otra cosa) y significado (el concepto inherente a ese significante), que nunca hay que confundir con el referente u objeto real.

En la especie humana no se puede separar la adquisición del pensamiento y los fenómenos de conceptualización de la adquisición del lenguaje, pues los conceptos son construcciones que el sujeto configura vinculadas a las palabras, de manera que el ser humano y su característica razón, psicología y etología sólo se constituyó como tal de la mano de la capacidad para el lenguaje.

Superadas fueron muchas teorías de corte intelectualista desde la antigüedad sobre la adquisición del concepto y la palabra. Las teorías platónicas que postulaban la existencia real de unas ideas o conceptos en un plano metafísico, que el alma humana había contemplado y luego reconocía en los objetos reales, pálidos reflejos de ellas, dotándolas de un nombre. Otras variantes menos metafísicas, pero igualmente de raíz platónico-intelectualista postularon que cada sujeto conceptualiza y luego nombra. Nada más alejado de la realidad y que se contradiga tanto con todo lo absolutamente demostrado por estudios serios, observaciones y mil experimentos realizados. Hoy sólo tienen valor las teorías empíricas, y dentro de ellas la que se ajusta a todo lo demostrado y observado es la de los semas.

El ser humano percibe inicialmente el mundo por una masa de sensaciones indiferenciadas que se clasifican inicialmente por el grado de satisfacción-placer que proporcionan o lo contrario, de manera que sus reacciones ante ellas se rigen por la ecuación estímulo-respuesta de carácter fuertemente psico-físico. En esta masa de sensaciones percibidas es la adquisición del lenguaje lo que construye y genera una conceptualización sistemática progresivamente más compleja. El fenómeno en esencia es el siguiente:

El niño aprende un vocablo vinculado a un objeto concreto. Por ejemplo mesa es exactamente eso que hay en su comedor y no otra cosa, y gato es ese animalito individual que hay en su casa o vio que tiene su vecino: es su primer encuentro con la palabra y un referente concreto e individualizado. En principio gato será para él sólo ese gato y mesa esa mesa. Pero casi inmediatamente comienza el fenómeno de la traslación por el que el niño ve la aplicación de ese vocablo a otras mesas u otros gatos no exactamente iguales y en el uso de la palabra se inicia la construcción paulatina del significado o concepto, en principio muy limitado. Y es que el concepto se construye paulatinamente por semas o grupos limitados de semas, a los que paulatinamente se van incorporando más semas. Por ejemplo el niño adquiere gato= sema movimiento+ sema vivo+ sema cuatro patas, o mesa= sema superficie +sema elevada +sema soportes, lo que le proporcionan un concepto muy vago y amplio, de modo que está demostrado que en esta fase un niño puede llamar gato a cualquier otro animal que se le presente con esos semas, por ejemplo un perro, o un conejo, y puede llamar mesa a un banco, lecho o cualquier otra superficie que muestre esos semas básicos. Esta claro que si la lengua que recibe llamara con una misma palabra a cualquier superficie elevada artificial y útil para cualquier cosa, él nunca adquiriría diferentes conceptos separados para mesa, silla, banco o cama: tendría un concepto global y único. Poco a poco cada vocablo va arrastrando nuevos semas, por oposición a otros vocablos que a su vez van surgiendo y arrastrando conceptos que van llenándose de semas. Así gato por ejemplo adquirirá otros bloques de semas: sema ojos de pupila vertical, sema maullido, sema araña, sema bigotes etc…por contraste con perro, conejo, etc. que no los presentan, y el concepto se irá construyendo, delimitando y diferenciándose de los demás. Estos procesos pueden ser rapidísimos. Idénticos son los mecanismos para la concepción de cualidades concretas o abstractas, y también para las acciones abstractas, aunque progresivamente más complejos. Por ejemplo en los pares de oposiciones cualitativas se adquiere mucho antes el par de vocablos-conceptos grande-pequeño, que el par largo-corto o ancho-estrecho, de manera que el niño tiende a identificar el concepto largo con grande y darle el valor contrario de pequeño, porque para la segunda oposición todavía tiene que incorporar el sema longitud, el de la dimensión en línea. Es decir, en principio no puede conceptualizar lo largo y lo corto, y los experimentos demuestran que lo confunde con otros conceptos afines más sencillos.

Lo que es evidente es que la lengua construye nuestros conceptos y nuestro pensamiento y todas las posibilidades de su operatividad. Esto es además una realidad palpable y cotidiana para todos los docentes y por eso es tan determinante el entorno en que un niño ha evolucionado. Independientemente de las condiciones innatas o físicas de un sujeto para el aprendizaje, que actúan en la base, el medio en que un niño se desarrolla es absolutamente determinante de sus posibilidades de desarrollo mental e intelectual. De entrada, si un niño se cría en una familia de alto nivel de formación o intelectual, no va mejor porque sus padres le hayan dado clase particular alguna: es porque normalmente en su medio social la riqueza y diversidad léxica es mucho mayor y se le han trasmitido un número enorme de palabras que han construido en él una gran riqueza de conceptos: su capacidad intelectual operativa será mucho mayor, y también esto afectará a su inteligencia práctica tanto concreta, como abstracta y social. Si el niño se ha criado en un medio paupérrimo en palabras su limitación conceptual de partida es enorme y sus efectos intelectuales son limitados. Sólo una escuela que sea capaz de desarrollar su léxico funcional (léxico en funcionamiento, que permita la rápida adquisición de conjuntos de semas que construyan conceptos, no enseñanza memorística de meras palabras descontextualizadas y sus definiciones) puede ayudar a paliar, y a largo plazo, ese grave desfase de partida. Este desfase sólo puede paliarse si el niño o el joven incorpora estos vocablos en funcionamiento: por eso es tan importante ampliar su limitado medio y que los use, y por eso por ejemplo ha sido siempre tan fundamental introducir en el campo de la lectura de libros a los más desfavorecidos: les crea un medio de desarrollo léxico que en su medio natural quizá no tienen. La competencia lingüística es la base de cualquier desarrollo posterior de aprendizajes, destrezas y demás manifestaciones de su inteligencia a todos los niveles.

Esto sería un análisis de la adquisición conjunta de lengua y pensamiento a nivel individual. ¿Pero qué sucede en la creación social de la lengua?. Pues los fenómenos son muy parecidos. La adopción de un signo lingüístico para un determinado referente real está regida en origen por la arbitrariedad. Cuando una comunidad adopta un nombre por convención para algo, excepto en casos de onomatopeyas que imitan un sonido natural y que son limitados, es la casualidad lo que rige: algo de lo más admitido es que en origen alguien emitió unos sonidos mientras manipulaba cualquier cosa, lo que fue asumido por un oyente presente como asociado a la cosa en sí y su repetición o expansión por el grupo constituyó una palabra. La traslación del término a todo un campo referencial muchas veces propició la generación de conceptos muy simples y por tanto vagos, aplicables a conjuntos referenciales muy amplios. Véase por ejemplo la entrada biznaga y como los romanos llamaron pastinaca a un extenso conjunto de elementos diversos caracterizados por una forma, entre el que se incluían especies vegetales caracterizadas por una raíz más o menos cónica o cilíndrica. La incorporación creciente de semas al concepto junto a la creación e incorporación de nuevo léxico producirá fenómenos de especialización léxica, a la vez que crea conceptos cada vez con más semas integrados y mucho más restringidos.

- Gracias: Helena


La palabra griega σῆμα (sema = signo) se vincula a una raíz indoeuropea *dheiǝ- que lleva el significado de ver. Derivados incluyen:


Versión alternativa y respuesta

En mi biblia hebraica aparece el vocablo shemah שְׁמָ֖הּ en "llamarás su nombre Sarah", literalmente, "el nombre de ella Sara" - (Génesis 17:15) "shemah" es la forma con que se expresa el masculino singular constructo, tercera persona del singular femenino de "shem" שֵׁם palabra original que significa "nombrar" o más bien "un nombre"; de donde procede el radical "sema" de semántica. La semántica no solamente estudia el signo sino la relación entre el signo y la cosa designada por él, vale decir, el nombre o la cosa nombrada por el signo que la representa.

- Gracias: leumaszitro


Como expliqué en la entrada de filosofía, las similitudes fonéticas entre lenguas muy lejanas son muy interesantes. Si uno le dedica bastante tiempo, puede encontrar algunas raíces que suenan muy parecidas. Pero no hay que confundirse, el hebreo es un idioma semita, un tronco lingüístico muy diferente a las lenguas indoeuropeas, como el griego y el latín.

Como dije arriba, palabra griega σῆμα (sema = signo) se vincula a una raíz indoeuropea *dheiǝ- que lleva el significado de ver. Por otro lado, a palabra hebra שֵׁם (shem = nombre) se vincula a una raíz semita *šim, que comparte con el árabe اسم‎ (ism = nombre) y أسامة‎ (Usāmah), donde tenemos el nombre Osama. Según el American Heritage Dictionary, las palabras islam, shalom, Salomón, Salomé y muslumán también llevan esta raíz.

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