Etimología de MEIGA

MEIGA

La palabra meiga se emplea frecuentemente sobre todo en el noroeste de España, pues es vocablo gestado en gallego y presente también en astur-leonés. Más o menos es sinónimo de bruja y se emplea más la forma femenina meiga, que la masculina meigo, que también existe. Asociada a las meigas nace la expresión proverbial "haberlas, haylas", que empleamos a veces cuando queremos decir que algo ilógico, poco creíble o explicable, parece tener pese a todo ciertos visos de existencia o por lo menos hay un cierto reparo a negarlo rotundamente, y que procede de un dicho de los gallegos: "Yo no creo en las meigas, pero haberlas, haylas".

La palabra viene del latín magĭca, forma femenina del adjetivo magĭcus (relativo a los magos o a la magia, mágico, misterioso, y en latín tardío popular sinónimo de hechicero). Como es habitual en la evolución patrimonial la c intervocálica sonoriza. Dos fenómenos confluyen en el resto, uno sería la síncopa de la i y otro la desaparición de g intervocálica, pero la combinación de ambos lo que produjo en la práctica es una especie de conversión del grupo -gi- en una i palatalizada, que cerró en e la vocal anterior a. El adjetivo magĭcus deriva con un sufijo -icus (-ikós en griego, dado que el adjetivo en realidad es adaptación del griego μαγικός) de magus (mago, hechicero), que encontramos en griego con la forma μάγος. En realidad las formas griegas son un préstamo del persa. Los magos son los sacerdotes del mazdeísmo, la religión mayoritaria de los persas, también conocida a veces como Zoroastrismo, pues es Zoroastro o Zaratustra, un reformador religioso o profeta, el que sienta las bases de lo que constituye el mazdeísmo, que hace de Ahura Mazda, dios supremo del cielo y la luz, vinculado al principio del fuego, el único dios creador. Los Magos o sacerdotes del mazdeísmo en realidad pertenecían a un linaje medo (los medos son un pueblo de raigambre anterior a los persas aqueménidas cuyo territorio originario era el noroeste del actual Irán). Eran famosas sus artes, sus conocimientos astronómicos y sus plegarias y ritos, que siempre se hacían ante el fuego, único símbolo de la divinidad que no podía ser representada. Alcanzaron gran poder e incluso los reyes persas hacia el s. VI y V a. C. intentaron reducir su enorme influencia. Sus capacidades fueron consideradas extraordinarias y de ahí el sentido que fue adquiriendo en Grecia y Roma la palabra "magia", que se vinculó también con la mera hechicería por ser incomprendidas sus prácticas religiosas.

La palabra se asocia a una raíz indoeuropea *magh- vinculada a la idea de tener fuerza o poder.

- Gracias: Helena

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