Etimología de SOLITARIEDAD

SOLITARIEDAD

La palabra solitariedad que hasta ahora, año 2019, el DLE no la incluye, fue acuñada por el filósofo, ensayista, escritor y poeta español Miguel de Unamuno y Yugo (1864-1936). Para ello, tomó como base el adjetivo 'solitario' que significa: desamparado, desierto, solo, sin compañía; también persona que ama la soledad y se mantiene retirado, aislado, sin compañía; pero además es un sustantivo que se refiere al juego que practica una sola persona, como los naipes.

Solitario proviene del adjetivo latino sōlĭtārĭus, a, um, (Diccionario Gaffiot p. 1453) que significa 'aislado', 'retirado de los demás', 'único', 'solo', como en la expresión homo solitarius ('hombre que vive solo' en escritos de Cicerón). Sōlĭtārĭus a su vez proviene del latín sōlus, a, um ('solo', 'único', 'aislado', 'desolado', 'abandonado', 'vacío, donde nada hay', 'desierto', como un lugar, 'infrecuentado', 'desatendido', etc.), como en 'sola loca,' ('desiertos', de locus, loca, 'sitio, lugar, paraje'). Más el sufijo de pertenencia, relación, condición, cualidad o lugar -ario, de -arius, -orius, como en las palabras secretario, serpentario, proletario, acuario, planetario, terrario, locatario, arrendatario, sedentario, propietario, monetario, recetario, y muchas otras.

Solitariedad termina en el sufijo adjetival -idad, -dad, de -tat- que, por lo tanto, indica 'condición', 'cualidad', estado'; puede acompañar a sustantivos como en el caso de la palabra 'hermandad'. Es además sufijo que se aplica a algunos adjetivos terminados en -io, -ío, como sucio (suciedad), solitario (solitariedad), sobrio (sobriedad), ebrio (ebriedad), ocio, (ociosidad), necio (necedad), socio (sociedad), nimio (nimiedad), transitorio (transitoriedad), obvio (obviedad), etc.

Según Unamuno, la solitariedad es una alternativa u opción consciente o voluntaria, una elección, una decisión, una condición voluntaria de elegir la soledad, como medio de lograr la paz y el sosiego para meditar, desarrollar la creatividad, pero el que vive en solitariedad sabe que hay personas que le esperan; un estado en el que se puede entrar y salir de manera libre y voluntaria. Hay gentes que adoptan la solitariedad por largos días para crear obras de arte, escribir libros, reflexionar y dialogar consigo mismos, etc.

En cambio, la soledad es un estado involuntario (como el que vive, por ejemplo, un anciano) que mata poco a poco, gradualmente. La soledad crea demonios, despierta temores ancestrales, es la locura que acecha, que espera, es como un silencio, un mutismo que se impone sobre la persona que experimenta la soledad, que además puede hacernos casi salvajes, agrestes Esta diferencia entre solitariedad y soledad la planteó Unamuno en su momento.

Y a propósito de la palabra 'soledad', procede del latín sōlĭtās, ātis, que significa 'solitud', 'soledad', 'aislamiento', 'en soledad', 'confinamiento', a veces como castigo. El DLE nos dice que 'soledad' es la carencia voluntaria o involuntaria de compañía; lugar o tierra no habitada; pesar que se siente por la ausencia o muerte de alguien o algo. Cuando el diccionario nos señala "la carencia voluntaria de compañía", ahí es donde encaja la solitariedad de Unamuno.

Creo que la soledad en esta tierra puede encontrarse en medio de un desierto, en la profundidad de una caverna, en una fosa oceánica, en una de las cumbres del Himalaya, en algún lugar remoto de los bosques boreales. Pero me parece que la soledad más absoluta se encuentra en una tumba, una cripta o en una fosa donde yace un difunto, aunque carezca de conciencia; o también en un satélite de un lejano planeta, como la luna Tritón de Neptuno ¿O no? En lo personal, me encanta la solitariedad, la disfruto como pocas cosas en mi vida. Soy amante del recogimiento y el retiro, soy un ser preferentemente solitario. Y si la distinción es válida, en caso que el destino me conduzca a una vejez más avanzada en soledad, la aceptaría sin rechazo ni desazón alguna.

Como epílogo, me concedo el atrevimiento de sustraer y transcribir unas frases tomadas de este artículo sobre la solitareidad, que confío servirán al lector como bálsamo para el alma:

Y de autores anónimos o desconocidos:

Fuentes:

- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.

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