Etimología de HIEROGAMIA

HIEROGAMIA

La palabra hierogamia viene de la expresión griega ἱερός γάμος ("hierós gamos"), matrimonio sagrado. Era este el nombre de una fiesta que los atenienses celebraban anualmente festejando el matrimonio de los dioses Zeus y Hera, con sus banquetes matrimoniales rituales, etc. Y el término hierogamia se ha extendido a la denominación de festejos y rituales que celebran bodas divinas o uniones sexuales entre los dioses, que para los pueblos tienen incluso un significado místico y garantizan el buen engarce de principios divinos y cósmicos que mantienen el orden del mundo y su fecundidad. Hay testimonios de festejos de hierogamias en culturas orientales, célticas, romana, etc. Esto es la hierogamia y no otra cosa, aunque en algunos pueblos, como los celtas, se detecte la unión ritual entre un hombre y una mujer como parte del ritual, eso habitualmente no se daba.

Impropiamente se ha llamado por ahí hierogamia a una práctica mejor conocida como prostitución sagrada. Se trata de una práctica ritual oriental, frecuente en Asia Menor y zonas más orientales, que se daba en templos de divinidades vinculadas a la fecundidad, especialmente divinidades femeninas (la encontramos en la antigua Siria, Capadocia, etc.). Consistía en que los templos, que disponían de numerosos hieródulos (siervos o esclavos del templo), contaban con una serie de hieródulas que practicaban una prostitución considerada sagrada en honor de la diosa y en beneficio del templo. Otras veces eran las propias ciudadanas las que ofrendaban sus primicias sexuales de fecundidad al templo, en un ritual iniciático, iniciándose sexualmente con todo honor en un acto de prostitución sagrada, tras lo cual se casaban con toda normalidad y seguían su vida.

Estas prácticas religiosas, propias de culturas orientales y quizá de algunos pueblos del fondo preindoeuropeo del oriente mediterráneo, eran completamente ajenas a la religiosidad y cultura de griegos y romanos, que en general las veían con horror, si bien penetraron en algunos puntos concretos de la cultura griega, debido a la existencia de una tradición previa. Iban vinculadas al culto de Afrodita, divinidad de fecundidad importada de origen oriental, vinculada a la Astarté fenicia y diosas similares. Se dieron principalmente en Chipre, isla helenizada, pero con una cultura neolítica previa y propia muy potente y fuertes influencias minorasiáticas previas. Allí existía un antiquísimo templo y culto de Afrodita, pregriego, y las doncellas casaderas se debían sentar en el suelo por sus atrios hasta que un marinero o visitante de la isla y el santuario las elegía lanzando unas monedas a sus faldas. Con él tenían una relación ofrendada a la diosa, y sólo tras ello se podían casar. Si de esta relación única y puntual alguna quedaba embarazada, el niño debía ofrendarse al templo y ser criado allí como servidor o sacerdote. Por influencia oriental se abrió un templo a Afrodita con hieródulas en Corinto, en la Grecia continental y otro en Érice (Sicilia, Magna Grecia), en la cumbre del monte Eryx, pero no tenían buena fama precisamente entre los griegos.

Mucho menos aceptables resultaban estas prácticas a los romanos que nunca tuvieron esos usos religiosos, y que en general consideraban, como la mayoría de los pueblos de sociedades patrilineales y patriarcales, una auténtica ignominia, tanto que mujeres se prostituyeran en un templo, como que mujeres decentes no se casaran vírgenes. Fiel reflejo de esto es el mito de Pigmalión, cuya forma debemos a un romano: el poeta Ovidio en el s. I a.C. (Metamorfosis, X, 243 y ss.). Pigmalión, nombre y personaje al parecer de origen semítico, era un joven rey chipriota que anhelaba una compañera. Pero aterrorizado por lo que Ovidio llama "la perpetua ignominia de las chipriotas" se resistía a tomar mujer. Como era un artista, se fabricó entonces una bellísima estatua femenina de marfil y se enamoró de su obra, acostándola con él, regalándola con joyas y mil detalles. Y en las fiestas de Afrodita rezó fervorosamente a la diosa para que le diera una compañera como aquella. Cuando regresó a casa y se dispuso a acariciar a su maravillosa estatua, notó que el marfil se ablandaba y empezaba a palpar carne. La besó en los labios y su fantástica obra abrió los ojos "contemplando por primera vez y al mismo tiempo el cielo y a su amante". Con ello se cumplió el sueño dorado de Pigmalión y de todo varón de fuertes convicciones patriarcales: una mujer perfecta recién nacida para él y sin pasado. Y se casó con ella.

El adjetivo griego ἱερός nos ha dado también palabras como hierofante, hierático, jerarquía y jeroglífico. Se vincula a una raíz indoeuropea *eis- asociada a la idea de pasión o delirio de carácter religioso, raíz que en latín genera la palabra ira (furor, ira), de donde ira, iracundo y airado.

El sustantivo γάμος (matrimonio), cuya raíz encontramos en palabras como monogamia, poligamia, gameto, fanerógama, criptógama, bígamo, etc., se suele asociar a una raíz indoeuropea *gemƏ- (casarse).

- Gracias: Helena

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