Etimología de SABIO

SABIO

La palabra sabio viene del latín sapĭdus, con la habitual sonorización de la p intervocálica y pérdida de la dental d entre vocales. El vocablo sapĭdus en origen califica a lo que tiene gusto y sabor, a lo sabroso, pero ya en el s. II d.C., por ejemplo en Apuleyo, se emplea para designar al que está lleno de enjundia, "sabor" y contenidos, es decir al sabio que acumula no sólo muchos conocimientos, sino también mucha virtud, pues también la idea de un saber está contenida en la raíz que forma el adjetivo.

El adjetivo sapĭdus se forma con un sufijo -idus formante de adjetivos derivados de verbos (como en cándido, frígido, cálido, líquido, etc.), sobre la raíz del verbo sapĕre, que significa tanto "tener buen gusto" (referido a cosas y personas), como "saber, tener sensibilidad y buen juicio y sensatez para juzgar las cosas, tener sentido común y conocimiento". No hay que confundir sabio jamás con inteligente, una persona puede ser inteligente, incluso muy inteligente, y en cambio no ser sabia en absoluto porque le faltan la formación, los conocimientos y los pasos de larga experiencia adquirida que permiten tantos criterios y actuaciones correctas en el conocimiento y en la vida.

Hay bastantes palabras que comparten esta raíz, como sabor, saber, sapiencia, insípido, desabrido y resabio, por ejemplo.

Muy bello es el uso del verbo sapĕre que hace en el famosísimo Carpe diem el gran poeta Horacio en el s. I a. C.:

Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris números.
Ut melius, quidquid erit pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, vina liques et spatio brevi
spem longam reseces.
Dum loquimur, fugit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

"No preguntes, no es lícito saberlo, Leuconoe, qué fin han destinado para mí los dioses,
ni cuál para ti, ni sondees los cálculos babilonios. ¡Cuánto mejor soportar lo que haya de ser,
tanto si Júpiter nos ha concedido muchos inviernos, como si es el último nuestro el que ahora azota
el mar Tirreno contra los escollos enfrentados: Sé sabia (1), destila tus vinos, y breve como es la vida corta con una esperanza larga. Mientras hablamos huye celosa la vida: goza atrapando el momento, confiada lo menos posible en el del mañana".

Nota:

  1. Es muy difícil realmente traducir ese denso sapias por todo lo que conlleva en latín: es un sé sabia, ten sentido común, ten seso, ten buen criterio, ten buen gusto, no seas loca... Todas esas ideas conlleva.

- Gracias: Helena


Pokorny relaciona a sapere con una raíz indoeuropea *sap- que denota la idea de degustar y percibir.

Hay que tener mucho cuidado con lo que se afirma acerca de la raíz indoeuropea de sapĕre, puesto que en este caso es muy controvertido, y o bien, es mejor no afirmar nada, o en caso de meterse en este tema, explicar bien lo que hay. Lo cierto es que la hipótesis de una forma *sap- que recoge Pokorny está totalmente refutada. Hay que tener en cuenta que Pokorny, aunque también fue estudioso del campo indoeuropeo, es un recopilador de resultados de diversos estudios. Su diccionario, de 1958, no suele distinguir entre formas muy seguras y bien asentadas y meras hipótesis que alguna vez se emitieron. El verbo sapĕre realmente no tiene tantos paralelos indoeuropeos, y de los escasos que tiene o son posibles, se eligieron al principio algunos que mostraban alternancia radical sap-/sab- lo que hizo emitir una mera hipótesis de una raíz i.e. *sap- que sonorizaría la labial en determinadas condiciones, hipótesis muy antigua ya cuando la recoge Pokorny. Esto ya per se era raro porque son muy escasas y tardías las raíces con una vocal de timbre a, que no es originaria protoindoeuropea, y que no explicaba paralelos claros con timbre e o incluso con timbre i, como el volsco sepu (ablativo de un adjetivo que significa sabedor) o el osco sipus (nominativo de igual significado), objeción que ya mucho antes que Pokorny haga su recopilación recogen Ernout y Meillet, y también otros derivados en e radical. Entonces se propuso transitoriamente una forma radical originaria indoeuropea *sep-, que aunque con ciertas dificultades podría haber pasado a vocal a en algunas formas, pero tampoco satisfactoria. Mucho más modernamente, el tema de esta posible familia indoeuropea y su estudio fue retomado por indoeuropeístas como Schrijver (en 1991), Untermann (en el año 2000) y Meiser (en el 2003), que estudiando los timbres, alargamientos vocálicos y diferentes resultados vocálicos de esta posible raíz, acaban por concluir que nos hallamos ante una laringal centro de sílaba, que puede aparecer con un grado vocálico pleno (*seH1p- o *seƏp-) o un grado cero (*sH1p- o *sƏp-), y que en caso de postularse una raíz originaria común, lo que sigue siendo dudoso, sólo podría postularse esta forma que es la única capaz de explicar todas las variaciones vocálicas. Y en cualquier caso la ă de sapĕre sólo puede proceder de una laringal. Todo lo cual recoge ya en resumen, aunque sin explicaciones el diccionario etimológico de De Vaan que es de 2008.

- Gracias: Helena

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