Etimología de FURIA

FURIA

La palabra furia viene del latín furia, que designaba sobre todo un acceso de locura, el arrebato demente, el extravío violento y una fuerte agitación. En general se prefiere en el uso el sustantivo furor, de parecido significado, y que nos da furor. Otras palabras vinculadas y procedentes del latín son furibundo, furioso o enfurecerse. Una hipótesis vincula esta palabra a la raíz indoeuropea es *bhewr- / *bhreu- (según autores), y que es compartida por el verbo fervere, que nos da "hervir", y también cultismos como fervor, ferviente o férvido, pues parece que sólo hay un paralelo directo con el sánscrito bhuráti (vinculado a fervere). Otra es aproximarla a palabras como el griego thoreín (lanzarse) o thorybos (ruido, tumulto) y el avéstico dvarati (él se precipita). No hay acuerdo en su vinculación indoeuropea.

Si en latín se prefería furor, es porque la palabra furia, empleada en plural y como nombre propio (Furiae), empezó muy pronto a designar otra cosa, aunque vinculada por el significado. Los romanos llamaban Furias (Furiae) a tres divinidades menores, hermanas y de un cometido y carácter muy singular, que son asumidas de la mitología griega. Eran tres diosas iguales, terribles y sanguinarias, con cabellos de serpientes, los ojos inyectados en sangre y largas uñas, aquejadas siempre de una rabia vengativa. Los griegos las llamaban Erinnias (palabra vinculada a Eris, la diosa de la discordia), pero como era tabú pronunciar su nombre, para no atraerlas o no atraer su acción, los atenienses las denominaban con un eufemismo que significaba todo lo contrario a su carácter: Euménides (benefactoras, benévolas). Su historia es la siguiente: según la cosmogonía hesiódica, en el principio era el Caos (una divinidad sin culto, una entidad sin personalidad que representaba la materia sin forma). De Caos surgió Gea (la Tierra, como en geografía y geología), la primera diosa, que dio a luz a Urano (el cielo) para que fuera su pareja. Esta primera pareja generatriz engendró a tres generaciones de fabulosas divinidades: los Titanes (cuyos nombres son muchos), los Cíclopes y los Gigantes. Como estas dos últimas generaciones eran monstruosas, Urano, a medida que iban naciendo, los encerraba en las profundidades de Gea. La diosa Gea, irritada con Urano por marginar a sus hijos pidió ayuda al resto de sus hijos, los Titanes, para vengarse de Urano. Ninguno quiso atentar contra su padre excepto Crono (titán del tiempo, como en cronómetro), llamado Saturno por los romanos. Él se prestó a ayudar a su madre, quien le proporcionó una hoz o guadaña de pedernal. Cuando llegó la noche y Urano se tendió sobre Gea dispuesto a fecundarla de nuevo, Crono, oculto, los separó de un tajo con la hoz de pedernal, cercenándole a Urano los testículos, destronando a su padre y ocupando su lugar como dios rector del cosmos. Pero Crono lanzó los testículos de Urano al mar y mezclados con la espuma, estos hicieron nacer a la diosa Afrodita de las aguas (del griego ἀφρὀς, espuma, ver: afródisiaco). En cambio la sangre derramada de la herida genital de Urano cayó sobre Gea y la fecundó, dando lugar a su último parto triple: las Erinnias o Euménides (Furias para los romanos), las terribles y enloquecidas hermanas que perseguían a los criminales y en especial a los parricidas, aquellos que cometían crímenes contra los de su familia, hasta reconcomerlos y volverles locos de remordimiento y espanto. Habitualmente, según los mitos, habitaban en el mundo de los muertos cuando no actuaban en la Tierra, y a veces portaban látigos.

De este nombre mítico y su referente viene la expresión "ponerse hecho una furia". Pues una furia era eso, ya podemos imaginar cómo se comporta el que se pone hecho una furia.

- Gracias: Helena

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