Etimología de LAR

LAR

La palabra lar es sinónimo de hogar. Frecuentemente se usa en plural, de modo que una expresión como "vuelvo a mis lares" equivale a decir "vuelvo a mi hogar, vuelvo a mi patria, vuelvo al lugar al que pertenezco o al que me vio nacer". La palabra viene del latín Lar o Lares (también en latín se usaba frecuentemente en plural). Los Lares eran unos diosecillos, normalmente relacionados con espíritus de antepasados muertos, que protegían lugares y viviendas vinculados a una familia o linaje.

En las viviendas romanas, normalmente cerca de la entrada, existía una hornacina en la pared con un pequeño altar llamada lararium, donde se situaban las figurillas de los Lares y también de otras pequeñas divinidades domésticas a las que se hacían ofrendas. No sólo había Lares en las casas, sino también en hornacinas en las encrucijadas de calles y caminos y otros lugares como murallas, puertas, etc. (los Lares Compitales), que protegían el lugar y que no ocurriera nada malo a sus transeúntes. Hasta las legiones y cuerpos del ejército tenían algún Lar protector venerado en sus cuarteles o campamento.

Lararium de Pompeya - Foto Cortesía de Elena Pingarrón

La foto de arriba es del lararium de un termopolio (bar) de la ciudad romana de Pompeya. En lugar de ser una hornacina normal para las figurillas, es un larario pintado, con las imágenes de los Lares en pintura. Se ve el mostrador del bar con los grandes recipientes inscrustados de los que sacaban el vino.

Lararium de Ostia - Foto Cortesía de Elena Pingarrón

Este otro es un larario de hornacina corriente. No es una casa o domus unifamiliar. Es el larario de las ruinas de una finca de apartamentos romana (insula) de varios pisos, de 2.000 años de antigüedad, construida en ladrillo y hormigón, y es de la ciudad romana de Ostia (el puerto de Roma). En las fincas de apartamentos romanas el larario común se situaba en el patio central.

Algunos etimólogos romanos vinculan la palabra Lar a la palabra lana, pues en las fiestas llamadas Compitalia la gente colgaba en las hornacinas y mojones de las encrucijadas y límites pequeñas figurillas de lana de los Lares. Pero parece que se trata de una raíz etrusca que haría referencia a espíritu de un muerto, que encontramos en Lar y también en la palabra larva (en este último caso, espíritu maléfico de un difunto que daña a los vivos e incluso puede chupar la sangre de niños y doncellas).

Los Lares forman parte de un grupo de diosecillos romanos vinculados a los linajes, que son Lares (protectores de la casa y el lugar de residencia), Manes (espíritus difuntos protectores de las personas de un linaje) y Penates (espíritus protectores de la despensa y el bienestar material de la familia). En su conjunto se llaman dioses gentilicios (vinculados a la gens, el linaje, la familia). Es por eso que cuando el cristianismo llegó al poder llamaba "gentiles" a los no cristianos que seguían la religión tradicional romana y cuyo rasgo más característico era el culto ferviente a los dioses gentilicios. Pero el cristianismo no pudo erradicar del todo la fuerte creencia en esos diosecillos que protegían casas y lugares en las calles, caminos, sitios públicos y de tránsito, y así lo que hizo fue mantener la tradición de sus hornacinas sustituyendo las figurillas de los Lares por imágenes de sus santos o vírgenes.

En catalán la palabra Lar ha dado llar. La llar significa en catalán exclusivamente la lumbre doméstica, la chimenea o el fuego de la cocina (en castellano es también uno de sus significados). Esto se debe a que entre los romanos el fuego doméstico era el principal lugar de culto de los Lares y los otros dioses gentilicios: en él se quemaban las pequeñas ofrendas de líquidos o alimentos que las ofrecían las familias (sobre todo el padre de familia) a estos dioses protectores.

- Gracias: Helena

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