Etimología de KÁISER

KÁISER

"Káiser" proviene de "César" (emperador, Caesar en latín). Esta palabra fue tomada por los alemanes en relación de César Augusto. Acuérdense que Hitler llamaba a su imperio el "Tercer Reich" o "Tercer Reino". El "Primer Reich" fue el Sacro Imperio Romano-Germánico de 962 a 1806. El Segundo Reich fue el imperio alemán de 1871 a 1918.

- Gracias: F.J. Urzúa


Caesar debe pronunciarse en latín clásico como "Kaisar", pues la letra "C" en latín suena como K con todas las vocales, sonido oclusivo. Así Caesar, viene de Caelebs que proviene de Caivilo-bo (cabello) similar al sánscrito primitivo kevalas. También en sánscrito Kesara, cuyo significado al igual que la palabra latina caesarie también significan pelo. Otros ejemplos de la pronunciación de la C como K, es Centum (Cien), en proto-indoeuropeo es Kentum, en Albanés antigua provincia Romana (Dalmacia), también se dice Kint (proviene de Centum), como Kiel es cielo (de Caelum). La pronunciación de la letra "C" como la decimos por ej. en castellano, se originó en latín vulgar a partir de los siglos IV en adelante, y fue principalmente difundido por el llamado "latín eclesiástico" que es el que hablaban los predicadores cristianos. Así en alemán Keller (sótano) viene de Cellarium, pronunciado como K, pero también en alemán Zelle, (Celda) viene de Cellam (deberíase pronunciar Kellam), pero por el latín vulgar derivó su pronunciación como "ts" y en español como la C que conocemos.

- Gracias: ENNIVS


Varios visitantes nos han preguntado, si en latín clásico la c siempre se pronunciaba como -k-, por qué las palabras que heredaron del latín las sílabas ce ci o cae, en las lenguas romances actuales (todas) se pronuncian se, si, che chi, en español ce, ci y nunca ke, ki. Resulta que las vocales E e I son palatales. Como explico en mi artículo sobre la evolución fonética, el castellano es un latín vulgar mal hablado y el latín vulgar es un latín clásico mal hablado. Mal hablado, en sentido de pronunciación floja, con débil articulación de las consonantes. Así las E e I empiezan a palatalizar la -ce- y -ci- (-ka-, -tshe-, -tshi-, -ko-, -ku-) en latín vulgar. En romance castellano pasan -tse-, -tsi- y -the- y -thi- (como pronuncian en España), hasta llegar a -ka-, -se-, -si-, -ko-, -ku-, como lo pronunciamos en Chile. En italiano quedó la palatal y lo pronuncian -ka-, -che-, -chi-, -ko-, -ku-.

De manera similar tenemos la pronunciación de la G: -ga-, -ge-, -gi-, -go-, -gu-- => -ga-, -ye-, -yi-, -go-, -gu => -ga-, -je-, -ji-, -go-, -gu.

La palabra Zar (emperador de Rusia) también viene de César. A finales del siglo XV, Rusia creo la Iglesia Rusa Ortodoxa y consideraba Moscú la "tercera Roma". Constantinopla se consideraba la "segunda Roma" después de la caída del imperio romano occidental (ver: bizantinismo y Estambul).

Es interesante notar, que los reyes/emperadores se consideraban descendientes de Dios. Se creía que la iglesia Romana había sido fundada sólo por Dios y sólo el pontífice Romano tenia poder Universal. Entonces resultaba importante para estos ser reconocidos por la iglesia de Roma y por eso se sentían emparentados con el César.

También es interesante notar que España fue parte del Sacro Imperio Romano-Germánico a través de matrimonios y herencias. España estuvo ocupada por los moros por más de 700 años (711-1492). Isabel de Castilla y Fernando de Aragón eran herederos de dos importantes reinos del norte de España. Isabel y Fernando se casaron y fueron conocidos como los "Reyes Católicos". En 1492, aparte de prestarle plata a Cristóbal Colón para que descubriera una nueva ruta hacia la India, expulsaron a los moros de su ultima fortaleza en Granada. Isabel muere en 1504 y su hija Juana le sucede al poder. Juana se había casado con Felipe, hijo de Maximiliano I (rey de Austria y emperador del Sacro imperio Romano-Germánico) y Maria (reina de Borgoña). Felipe I muere, y a Juana la declaran loca. Entonces su hijo Carlos (I de España, V de Alemania) toma el trono de cuatro reinos legados por sus abuelos: Castilla (de Isabel), Aragón (de Fernando), Borgoña (de Maria) y Austria (de Maximiliano). Así fue que a través de Carlos V, España se incorporó al Sacro imperio Romano-Germánico.

También es chistoso que casi todos los monarcas españoles tienen sobrenombres:

Juana - La Loca
Felipe - El Hermoso
Carlos (I de España y V de Alemania) - El Emperador (1516-1556)
Felipe II - El Prudente (1556-1598)
Felipe III - El Piadoso (1598-1621)
Felipe IV - El Grande (1621-1665)
Carlos II - El Hechizado (1665-1700)
Felipe V - El Animoso (1700-1724 y 1724-1746)
Luis I - El Bien Amado (1724)
Fernando - VI - El Prudente (1746-1759)
Carlos III - El Político (1759-1788)
Carlos IV - El Cazador (1788-1808)
Fernando VII - El Deseado (1808 y 1813-1833)
Giuseppe I Bonaparte - Pepe Botella (1808-1813)
Isabel II - La de los Tristes Destinos (1833-1868)
Amadeo I (1871-1873)
Alfonso XII - El Pacificador (1875-1885)
Alfonso XIII - El Africano (1886-1931) (1931-1941 En el exilio)
Juan Carlos I - "El Crápula" (por su afición a la parranda) / "el Cuchara" (porque ni pincha ni corta) / "el Reborbón" (por su apellido doblado, de Borbón y Borbón, que es hijo de primos) / "Campanita" (porque es "tan... tontín") / "el Bribón del Rey" (pues Bribón es el nombre de su yate) / "Su Beoda Majestad" (porque le priva empinar el codo) / "Gutiérrez" (heredado de su abuelo) / "el Campechano" (por su proverbial mala educación) / "Mitrofán" (por el oso embriagado al que se enfrentó, valiente, en Rusia, 26.08.2006) / "el Breve" (cuando cundió la esperanza de que durase poco, luego se trocó en "el Breva", por la que le cayó y la que le cuelga) / "el Irresponsable" (porque, según la Constitución de 1978, no tiene responsabilidad sobre sus actos (1975- 2020)
Felipe VI, El Preparado (comúnmente pronunciado El Preparao)


El primero en 'llamarse' Cáesar fue Gayo Julius Caesar, dictador perpetuo. De hecho los príncipes de Roma, o jefes de estado que se inician con Augusto (Octaviano), se hacen llamar "césares" en honor a Gayo Julius. La denominación "emperador" que viene del latín imperator (vencedor de batallas), se empieza a usar con Vespasiano. El rango era Princeps, o "primero en hablar" en el Senado. Como al príncipe lo respaldaban cargos (tribuno de la plebe, pontífice supremo, etc.) y el Ejército, los subsiguientes en hablar se cuidaban de su decir, razón por la que el gobierno era, en realidad, dictatorial.

De hecho los príncipes o césares eran tratados de Alteza y no de Majestad, como, a veces, lo vemos erróneamente, en las películas. Ello se atribuye al odio siempre presente en contra de los reyes, en toda la historia de Roma desde el inicio de la República.

- Gracias: sachs


Yo no sé qué necesidad hay de decir tanta tontería seguida que no viene a cuento ni tanto engaño al lector para explicar la etimología de káiser, palabra que en efecto, al igual que zar, viene del latín Caesar, palabra que en origen en latín no es más que un cognomen o apellido de familia de varón dentro de la gens Iulia, un viejo linaje romano. Como todos los cognomina se basa presumiblemente en un viejo apodo ("cabellera" o "el melenas") relacionado con la palabra caesaries (cabellera, lo que se corta), con la raíz del verbo caedere (cortar), aunque también hay quien piensa que esto es una vieja etimología popular romana. Me interesa puntualizar lo siguiente:

  1. Caesar nunca se pronunció "kaisar" en latín clásico, sino "kaesar", con un grupo ae de rápida pronunciación conjunta porque era un diptongo, que muy tardíamente en algunas áreas monoptongó en e (César) y en otra por disimilación cerró su segundo elemento e en i, y de ahí la forma káiser.
  2. Es falso que el primero en llamarse Caesar fuera Julio César. Desde mucho tiempo antes todos los varones de su familia llevaban este apellido. Julio César lo trasmitió a Octavio Augusto (su sobrino-nieto) porque lo adoptó y en Roma la adopción suponía el asumir los apellidos del padre adoptivo. Una serie de primeros emperadores en que la sucesión funcionaba por adopción, se trasmitieron así el apellido y eso hizo que se tendiera después a llamar "césares" a los emperadores, aunque en el imperio tardío los emperadores eran los "Augustos" y se llamaba "césares" a sus sucesores electos.
  3. Es falso que el vocablo imperator se empiece a usar con Vespasiano. Se trata de un viejísimo término de época republicana que designa a aquel al que se le ha concedido el imperium (mando supremo de las fuerzas militares). Imperator significa "general en jefe" y este título lo podían ostentar tanto los cónsules de mandato anual en la época republicana, como algún experto general al que se le confiriera con motivo de una guerra o una campaña. Como en la época de los emperadores este era cargo propio de ellos, de ahí que hayamos entendido por emperador una especie de monarca supremo de un imperio territorial, pero los emperadores romanos no eran reyes, sino propiamente generales llegados al poder y superpuestos a las instituciones.
  4. Princeps, que es efectivamente el título de los emperadores del alto Imperio (s. I a s. III d.C.), designaba en principio a los senadores de más antigüedad y prestigio, cabezas de facciones, que tomaban la palabra en primer lugar. Los emperadores del alto imperio o principes, no es que estuvieran respaldados por tribunos de la plebe o pontífices máximos, es que monopolizaron en su persona tres cargos que siempre les confería el senado renovándolos anualmente en la misma persona: imperator, tribuno de la plebe y pontifex maximus. Dejaban el resto de los cargos a los políticos, pero gracias a esos tres controlaban la cúspide del poder.
  5. Jamás fueron tratados ni de majestad, ni de "Alteza" los principes o emperadores romanos. Esos tratamientos mayestáticos son medievales.
  6. Es una barbaridad decir que los reyes o emperadores medievales se consideraban descendientes de Dios (eso en todo caso, los faraones egipcios), lo cual hubiera sido una herejía. Lo que se consideraba procedente de Dios era el poder, por eso la Iglesia tenía que reconocerlos como ungidos o elegidos de Dios para ejercer ese poder, y si la Iglesia los excomulgaba lo perdían, pero no "descendientes de Dios".
  7. Es una absoluta falsedad que España formara parte del Sacro Imperio Romano-Germánico. Lo único que sucedió es que en un determinado momento un monarca heredó en su cabeza las dos coronas, la del Imperio Germánico (donde era considerado Carlos V) y las de los reinos de España (donde fue considerado Carlos I), pero todos estos reinos fueron nacionalidades independientes con sus legislaciones propias y ninguno englobó a otro dentro de sí. España era España integrada en aquel entonces por dos reinos jurídicamente independientes vinculados (la Corona de Castilla y la Corona de Aragón), con sus instituciones, cortes, etc., y el Sacro Imperio era otro territorio completamente independiente con las suyas. Sólo que un mismo individuo ejercía de rey aquí y allá.
  8. El que los monarcas tuvieran sobrenombres no es un hecho propio y exclusivo de la monarquía española, sino que se da en todas las monarquías europeas. Así por decir unos casos salpicados que son famosos podemos citar a Iván IV "El terrible", zar de Rusia, a Carlos II "el Calvo" de Francia, a Ricardo I "Corazón de león" de Inglaterra, o a María Tudor de Inglaterra, también conocida como "Bloody Mary", o María la Sanguinaria, apodo que con el tiempo dio nombre a un conocido cóctel. La cuestión de los sobrenombres es si son más o menos conocidos para el gran público, pero prácticamente todos los reyes los tuvieron, unas veces por motivos honoríficos y otras veces peyorativos y populares, lo que sucede es que algunos de estos epítetos sólo resultan sabidos para los historiadores. Eso se basa en una tradición romana: los romanos varones tenían tres elementos en el nombre: praenomen, nomen y cognomen. Pero se podía adquirir un cuarto nombre o agnomen, bien por haber sido adoptado, o la mayoría de las veces con carácter honorífico por haber realizado una hazaña o algo grandioso: así quedó con el tiempo asociado el tener un apodo a ser merecedor de un alto honor, de modo que todos los monarcas medievales aspiraban a un apodo, generalmente positivo. Los que tienen apodos algo denigratorios, recibieron estos por sus detractores y el apodo fue fijado tras su muerte: algunas veces sucede que cuando vivieron tenían otro más positivo.

- Gracias: Helena

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