Etimología de CIRUELA

CIRUELA

La palabra ciruela viene del latín cereŏla (del color de la cera, por el brillo y textura cérea de sus frutos), epíteto aplicado al fruto (cereŏlum) y al árbol (cereŏlus, de donde ciruelo), que los romanos llamaban en general prunus, o también prunus cereŏla. Es Columella, el tratadista de agricultura hispano del s. I d.C. el que más claramente nos trasmite la denominación cereŏla, que cabe pensar más frecuente en Hispania y seguramente se trate de una variedad concreta de ciruelo que en griego aparece en una sola mención conocida como κηριάπτης, aunque se ignora si realmente se refería al árbol o a su fruto.

Son los romanos los que extienden e introducen el cultivo del ciruelo (prunus), en todo el occidente, incluida Hispania, y conocen diversas variedades, siendo la ciruela damascena una de sus variedades más comunes, pero bajo la denominación prunus damascena incluían a veces también la variante llamada Armeniaca, que propiamente son los albaricoques.

Una de las técnicas desarrolladas y empleadas por los romanos para adaptar frutales a distintas situaciones climáticas, era el injertarlos en un pie de otra variedad ya aclimatada. Con ello lograban además una vida más larga para el frutal. Esta técnica, que aprendieron los árabes de la agricultura romana, se mantiene hasta nuestros días. Así Plinio nos habla de que es técnica habitual con los prunos (ciruelos y albaricoqueros), de los que constata una inmensa variedad de especies, y con los melocotoneros, que se injertan en pies de manzanos o sus variantes (membrillos y granados) o bien de almendros (según la similitud de la drupa). Así nos dice (Plinio, 15, 42) que los agricultores de la Bética en Hispania han empezado a llamar malina y amygdalina al fruto, tanto de los ciruelos o prunos como de los melocotoneros (persica), por el hecho de que los injertan normalmente en pies de la especie malus o amygdalus, nombres que sin embargo no hicieron fortuna luego en la lengua romance. La continuidad de estos cultivos en Hispania es evidente, cultivos que son bien conocidos para Isidoro de Sevilla, que ya vivió en época visigótica.

En castellano ciruela viene de cereŏla (neutro plural), pero en cambio prunum, que dio en castellano pruna (nombre reservado preferentemente para ciertas variedades oblongas), proporciona el nombre de la ciruela en francés (prune), catalán (pruna), italiano (prugna) y rumano (prune). El portugués en cambio difiere con un vocablo ameixa, que parece que no está muy bien estudiado etimológicamente, pero que no es imposible que se relacione con el hecho que cita Plinio de que en la Bética se llamaba amygdalina, a los frutos de aquellos árboles injertados en pies de almendros.

Los vocablos cereola, cereolus y cereolum derivan del latín cera (cera), que al igual que el griego κηρός (cera), se considera un préstamo del fondo léxico mediterráneo, relacionado con una antiquísima actividad, la apicultura, que tenemos testimoniada en todos los pueblos mediterráneos casi desde el Neolítico.

- Gracias: Helena

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