La palabra cruento proviene de cruor, cruoris: sangre en latín; significa sangriento. Es curioso que existiera esta voz y la helénica tó aima, tó ema=sangre, y que ninguna de ambas haya subsistido, y que se nombre por la característica de esta sustancia al tacto (ver "sangre"). Hemático, cruento y sangriento son sinónimos, y de fondo semántico "sanguinolento" y "hematoso" son lo mismo. Hemorragia podría ser un río cruento = río sangriento. Para los curiosos y crédulos de algunas leyendas medievales tenemos de nuevo el "Santo Grial", que Chretién de Troyes traduce como Sangre Real (sangreal) pero la idea de la copa recogiendo la hemorragia de Jesucristo es una Copa Real (San Graal), la forma de copa nos proporciona la palabra "cáliz" y ésta se escribe "chalice" en inglés, remitiéndonos a la copa en la que bebió Jesucristo durante "La Última Cena". Puede que el Código da Vinci resulte fascinante e intrigante para muchos, pero parte de un hecho falso: Jesucristo era maestro de la Ley -según los evangelios canónicos no lo era, los discípulos lo llamaban "maestro" que no significa que realmente lo fuera; es un juego de palabras que se aprovecha muy bien para lograr "best sellers", como en su tiempo lo hiciera Chretién de Troyes.
- Gracias: Maximiliano Mena Pérez
Hay una razón por la que los términos cruor (latín) y aima (griego), no han subsistido para designar a la sangre en sí, término que procede del latín sanguis, sanguinis. En primer lugar sanguis es el vocablo que designa a la sangre en general, mientras cruor, significa en latín "sangre derramada", es decir la que se observa tras una matanza o una herida, no la sangre en general. Por eso cruento no es un sinónimo exacto de "sangriento". Se puede decir que un corte está sangriento, pero no que está "cruento". Este término sólo se aplica a las situaciones violentas que derraman abundante sangre: por ejemplo, una batalla cruenta.
Es imposible que aima del griego quedara para designar a la sangre, pues es vocablo griego y nuestra lengua romance procede del latín, así que salvo escasos préstamos antiguos griegos, nuestras palabras proceden del latín. La mayoría de los abundantes vocablos griegos son préstamos artificiales modernos, cultismos tomados por el lenguaje técnico a partir del s. XV y XVI en adelante (es decir, después del Renacimiento). Estos técnicismos son a veces palabras existentes en griego clásico y muchas veces no: son compuestos artificiales recientes a partir del griego que en el propio griego no existieron. Son neologismos de base helénica. Por eso en esos compuestos técnicos, ajenos a la generación de la lengua romance, es donde encontramos la raíz hem-/ hema- /-em- . Por ejemplo: anemia, hematuria, hemorragia, hemoglobina (un híbrido artificial entre griego hemo- y latín globus ), acidemia (híbrido latín+griego), alcalemia, etc.
- Gracias: Helena
En realidad cruento no nos viene de cruor, sino que de cruentus, que está formado con:
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