Etimología de CRUJÍA

CRUJÍA

La palabra crujía es como se llamaba en los barcos de madera al tablado de cubierta que iba de proa a popa. También se llamaba así el pasillo central que quedaba entre las dos filas de remos de babor y estribor en las galeras, por donde se hacía pasar a los castigados para que los galeotes los azotasen y a esto se llamaba pasar crujía. La palabra viene del italiano corsia y este de un bajolatín cursīva que primero fue adjetivo "que corre" y luego se sustantivó "corrida" o "cauce" y de ahí tomó el sentido de "corredor" o "pasillo". Corsìa en italiano era primero la corriente de un río, luego significó el pasillo entre las hileras de remeros de los barcos, o entre las filas de bancos de las iglesias, o entre las hileras de camas de un hospital, de modo que corsìa en italiano moderno denomina también a las calles de cuerdas flotantes de las piscinas olímpicas para delimitar el espacio por donde compite cada nadador, o los carriles pintados de blanco en las calles y las carreteras para distribuir la circulación de los vehículos.

El término, con la especialización medieval en lenguaje náutico, pasó probablemente en el s. XIV del italiano a las otras lenguas romances, en francés coursie, en catalán cossia y en portugués coxia. El que en español se mantenga la r que el catalán y el portugués han perdido puede deberse que el paso desde el italiano no se hubiera dado a través del catalán, como sería de esperar, sino quizá, por vía del norte, a través del occitano de Gascuña (corsía) al castellano del Cantábrico. La metátesis que ha dado crujía la explica Corominas como influencia del verbo crujir.

En español además de significar el espacio entre proa y popa o entre filas de galeotes, los pasillos centrales de las iglesias, o el espacio entre dos muros, ha dado en un significado que deriva de la costumbre del castigo a bordo. Pasar crujía era pasar un cruel castigo azotado por todos. En el lenguaje marinero, que tanto ha influido en el español de las dos orillas del Atlántico, la sola palabra crujía ya evocaba tal suplicio. Y la etimología popular lo asoció con el verbo crujir de modo que crujía se interpretaba como una pronunciación relajada de crujida y ésta como el nombre de la acción del verbo crujir, así que el verbo tomó la connotación de "hacer pasar al reo una crujía". Y ha llegado hasta nuestros días de modo que crujir a alguien es darle una somanta de palos, en sentido literal o figurado, y muchas veces se añade para enfatizarlo el mismo adjetivo vivo que aumenta el dolor y la humillación para "quemar", "empalar" o "despellejar" (pues si se lo hacían a uno muerto no sufría), y así se dice de alguien crujirlo vivo con el sentido de que se le hace pasar por grandísimo suplicio.

- Gracias: Joaqu1n

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