Etimología de COSTO

COSTO

La palabra costo (lo que hay que pagar para obtener algo) viene de costar y este del latín constare (llegar a un acuerdo, ser consistente, corresponder, cuadrar). Este verbo esta compuesto con:

El verbo constare, también nos dio constar. Un derivado de costo es costear (pagar los gastos).


Hay además otro costo por ahí que no tiene nada que ver con eso. Es el costo que da el DRAE, derivado del latín costus o costum, préstamo del griego κόστος, y este del sánscrito Kusthah, y que designa a determinada hierba aromática, diurética y carminativa, pero quizás sea el que da pie a que en la jerga de la droga y el trapicheo de los traficantes se designe con esta palabra exactamente al hachís. Al respecto he hallado un artículo de sucesos un poco desternillante y ya viejo, que combina la actividad del menudeo del camello con el exquisito marketing del culto vendedor.

- Gracias: Helena


Son tres los costos que registran las Academias en el DLE, uno el costo derivado de costar que viene del latín constare, y que está numerado como costo1 con tres acepciones: «1  m. Cantidad que se da o se paga por algo. ║2  m. Gasto de manutención del trabajador cuando se añade al salario. ║3  m. Cád. Comida que el peón, albañil, pescador, etc., se lleva hecha para tomarla en el lugar donde trabaja».

El segundo es el costo2, la planta aromática y medicinal que el DLE se obstina en describir en lugar de usar la identificación con el binomio latino, que para eso se creó, y dice que es una «hierba vivaz de la familia de las compuestas, propia de la zona tropical, de tallo ramoso, hojas alternas y divididas en gajos festoneados, flores amarillas y raíz casi cilíndrica, de dos centímetros de diámetro aproximadamente, porosa, cenicienta, con corteza parda y sabor amargo. Pasa por tónica, diurética y carminativa». Con esta descripción no se entera de qué es este costo2 nadie más que quien lo conociera previamente, por lo que es una descripción totalmente inútil y prescindible para la mayoría. Debería el diccionario aclarar que se identifica como Dolomiaea costus(Falc.) Kasana & A.K.Pandey, nombre aceptado desde 2020, antes llamado con el sinónimo Saussurea costus(Falc.) Lipsch. (1964), y a partir de aquí ya se puede buscar información y acabar por conocerla. Es una planta asterácea del Himalaya presente desde Cachemira hasta el norte de Vietnam, cuya raíz se ha usado en la medicina ayurvédica y se llamó en sánscrito कुष्ठ kuṣṭha porque tenía gran reputación para curar la lepra (en sánscrito también कुष्ठ kuṣṭha). Se exportaba por doquier en la antigüedad, y llegó al griego, donde se adaptó como κόστος (kóstos), masculino, aunque también lo escribían κόστον (kóston), neutro. Del griego lo tomaron en latín, donde se dijo costus, masculino, y costum, neutro. Se usó también en la medicina árabe medieval con el nombre de قسط qusṭ. Y en español es un cultismo, costo. Como no era nativa del Mediterráneo usaron los griegos como sucedáneo la raíz de la énula campana (ἑλένιονhelénion = Inula helenium L.), los romanos la raíz de un damasonium mal identificado al que llamaban «costo de huerto» (damasonium, hoc est costum hortense), que quizá sea la raíz de la «balsamita» o «hierba de Santa María», Tanacetum balsamita L., que en español se sigue llamando costo de los huertos, o costo hortense, en catalán cost, herba cost y en portugués y gallego costo-bastardo.

Y el tercer costo es el costo3, que da como jergal y de origen desconocido y que es el que en España se usa con el significado de «hachís». Helena, aquí arriba, sospechaba que derivase del nombre del costo2, ya que es una hierba aromática y medicinal. Pero su verdadero origen está en un desplazamiento semántico del costo1.

Vemos que la segunda acepción de costo1 es el «gasto de manutención del trabajador cuando se añade al salario», es decir el gasto en comida, además del jornal. De ahí es lógico que derivara la tercera acepción, la de que, en Cádiz, el costo es la comida que se lleva al tajo, la que lleva el albañil a la obra y el pescador al dique, el puente o el malecón desde donde pesca. Esta acepción está incluida en el DLE desde la edición de 1970. Antes se había incluido, en la ed. de 1956, una segunda acepción como propia de Andalucía que aclara el desplazamiento: «ración de trigo, aceite, sal y vinagre que mensualmente se da en los cortijos a guardas, vaqueros, yegüerizos y porqueros». Así es como pasa a significar, desde la Andalucía rural hasta la urbana Cádiz, la comida del trabajador.

No es de descartar que haya habido un reflejo coincidente del habla de los genoveses de Cádiz, para los cuales el italiano il cotto «el cocido» por metonimia tomaba el sentido de «la comida», y el costo se pronunciaba en Cádiz de manera muy parecida a lo que decían ellos. De haber habido este reflejo no habría servido más que para corroborar el desplazamiento desde «costo de manutención de la peonada» hasta «comida del trabajador».

Pero, sea como fuere, su origen parece claro. También se llama costo a la fiambrera en que se lleva el costo al tajo. Además, en la subasta de los pesqueros, el resto de pescado que no basta para llenar una caja, que se reparte entre los ayudantes, se llama costo también. Es decir, un parado que busca trabajo puede estar toda la mañana ayudando a llenar cajas de pescado y que le den, además de su jornal, un costo de las pijotas que no han sido suficientes para rellenar una caja completa y por eso se han quedado fuera de la subasta. Este, luego, ya fuera del muelle, puede venderlas por las esquinas y sacarse otro jornal.

De este uso, del de traerse del muelle un costo de pescado para buscarse la vida, vino el llamarle costo también a las -no muy grandes- cantidades de hachís que se traía camufladas a su vuelta el que «bajaba al Moro». La mayoría de los que pasaban a Marruecos y traían mercancía para vender eran, en un primer momento, parados de la orilla de acá del Estrecho de Gibraltar, es decir, gaditanos o gente de la zona, por eso la palabra costo se hizo sinónimo de la pasta de resina de cáñamo amasada y se introdujo en el habla de los grifotas, porrilleros y consumidores de «cigarritos de la risa» de toda España. De haberse dicho «traigo un costo bueno, bueno» (buena mercancía) pasó a llamarse costo al propio hachís. 

- Gracias: Joaqu1n


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