Etimología de VULGARISMO

VULGARISMO

La palabra vulgarismo viene del latín vulgus (el vulgo, el pueblo), y más concretamente del adjetivo vulgaris (del pueblo). Si en sentido popular puede entenderse vulgarismo como una expresión o palabra del registro popular y no del habla culta, exactamente vulgarismo en lingüística es otra cosa. Llamamos vulgarismos o términos patrimoniales a todas aquellas palabras que forman parte del fondo originario de una lengua romance (español, italiano, francés, gallego o portugués, catalán, etc.) generados aproximadamente entre los años 500 y 800 d.C. por deformación popular del latín hablado por unas comunidades de gentes que, hundido el Imperio romano occidental, quedaron sin la escolarización gratuita y uniformadora que proporcionaba Roma mediante las escuelas municipales primarias (ludus), en las que hasta muchos de condición esclava, hombres y mujeres, aprendían las enseñanzas básicas. Unido al hundimiento de la administración y a otros órganos uniformizadores, las gentes más modestas, poco a poco iletradas, deformaron la lengua según las tendencias fonéticas de cada zona, provocando el nacimiento de las lenguas romances.

Pero los cambios no se producen al azar, sino siguiendo en general leyes fijas en cada zona. La eliminación de la declinación latina dejó sólo una forma para las palabras, la del acusativo en las lenguas romances occidentales, que acabó eliminando su -m del singular por pronunciación relajada, y conservando la -s para el plural. Un ejemplo de regla evolutiva: toda e breve que recibe el acento diptonga en castellano o español en -ie- (cosa que no sucede en otras lenguas romances):

terra(m) > tierra (español) / terra (catalan) / terre (francés)

Todo diptongo au latino monoptonga en o, en castellano patrimonial. Por ejemplo:

tauru (m) > toro, auru (m) > oro.

Hay muchas reglas. Pero a partir de los s. IX y X, estas lenguas, generadas por hablantes muy modestos, constaban de un conjunto muy limitado de palabras del ámbito doméstico, natural, familiar, agrícola, ...etc. Ante la necesidad de escribir normas y nuevas cosas que poco a poco entendiera el pueblo y que requerían vocablos abstractos y un vocabulario mucho más amplio, los sectores cultos minoritarios que empleaban el puro latín, fueron trasladando vocablos del puro latín a las nuevas lenguas, con la terminación adaptada. Este proceso llegó en España a su punto álgido en los siglos XII y XIII (en especial en la corte de Alfonso X el Sabio de Castilla, que tradujo todo el antiguo Derecho, por ejemplo).

Las palabras reintroducidas, que son mayoritarias cuantitativamente en la lengua, son los cultismos, que se distinguen perfectamente no porque se usen por personas más o menos cultas, sino por su forma, ya que son puro latín con la terminación adaptada. Por ejemplo, "noche" es un vulgarismo, pues en ella ha actuado la ley fonética generativa del castellano de que todo grupo ct palataliza en ch: nocte (m) > noche. En cambio "nocturno" es un cultismo, porque conserva perfectamente el grupo ct latino, y fue reintroducido desde el latín en un registro lingüístico romance tan limitado que carecía de un adjetivo para referirse a la noche, y se reintrodujo cuando ya el cambio fonético palatalizador de ct no estaba activo.

- Gracias: Helena


Podemos hacer la radicación de la palabra vulgarismo de esta manera:


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