La forma pronominal consigo se originó en el tránsito del latín vulgar tardío al castellano, a partir de la expresión cum secum, que sería algo así como un redundante "con consigo". En latín existía el pronombre reflexivo se, y para la expresión de consigo (con uno mismo), la preposición que expresaba compañía, cum, se empleaba enclítica, es decir, pospuesta y ligada al pronombre: en lugar de cum se, se decía secum. Pero los hablantes populares de latín tardío o más bien los hablantes de protorromance castellano perdieron la conciencia de que el cum ya estaba incluido en la expresión, la forma secum> sigo, ya no les decía nada, y volvieron a colocar un cum> con delante, como se hacía en todas las expresiones de circunstanciales de compañía, generando la expresión redundante consigo, a partir de cum secum.
Exactamente lo mismo hicieron con las expresiones pronominales latinas mecum (conmigo) y tecum (contigo). Les colocaron nuevamente el cum delante, y a partir de cum mecum y cum tecum, se originaron nuestras formas conmigo y contigo.
El pronombre reflexivo latino se vincula a una raíz indoeuropea *s(w)e- que genera en diversas lenguas indoeuropeas pronombres reflexivos y de tercera persona.
Por supuesto existe otro consigo completamente distinto, la primera persona del presente de indicativo del verbo conseguir (yo consigo). Esta forma en realidad en latín clásico era consequor, dado que el verbo consequi era deponente (tipo de verbos que sólo se conjugan con desinencias formalmente pasivas). Pero en latín vulgar tardío estos verbos se sienten extraños y se regularizan por parte de los hablantes con formas activas analógicas a las de los otros verbos, de modo que los hablantes reconstruyeron una forma consequo, en que finalmente cierra la e y sonoriza la labiovelar qu reduciéndose a velar g, y nos da consigo. Consequi es un prefijado de sequi (seguir), verbo vinculado a una raíz indoeuropea *sekw-1 (seguir).
- Gracias: Helena
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