La palabra espiráculo viene del latín spiraculum, término a la vez formado por el verbo spirare, que significa 'respirar o soplar' y el sufijo culum, que, pese a que la mayor parte de las veces es diminutivo como en animálculo, receptáculo y opérculo, en este caso funciona como instrumental, como en oráculo y obstáculo, porque denota el medio para lograr dicha acción, es decir, respirar, de modo que se forma un sustantivo que podríamos traducir literalmente como 'alguna estructura que permite o facilita la respiración'.
El verbo latino spirare se asocia a la antigua raíz indoeuropea *(s)peis-, que se traduce como 'soplar', de donde quizás derivan ciertas palabras como fisa, que en noruego significa 'soplar o jadear'; o el término del antiguo eslavo pistaki, que se interpreta como 'tocar flauta o silbar con un sentido melódico'. Claro que en latín surgió de esta misma raíz indoeuropea spiritus, que se traduce como 'aliento, valor, coraje, alma o esencia', de donde: espirituoso, espiritual, espiritista, espíritu, espíritu de combate, de lucha, aventurero, científico, paternal, etc.
Y en efecto, espiráculo siempre se refiere a cualquier orificio que sirve para comunicar el medio interior con el exterior para permitir el flujo de aire o agua con gases disueltos; o sea, como se dice coloquialmente, como "respiradero". Así por ejemplo, esta palabra se utiliza para nombrar los boquetes que permiten la salida de vapores desde el seno de la lava hirviente al exterior en una erupción volcánica. Pero seguramente el vocablo se emplea más en zoología para referirse a las aberturas con diferente organización estructural, que presentan muy diversos animales de vida acuática o terrestre; así, por ejemplo, entre los vertebrados marinos, encontramos espiráculos que ayudan a la respiración en rayas, tiburones, ballenas, delfines; en los estados juveniles o larvarios de ranas y sapos; y en la mayoría de los artrópodos terrestres, sobre todo en arácnidos e insectos, donde se localizan a lo largo de ambos lados del tórax y el abdomen, y pueden verse fácilmente a veces a simple vista o con el microscopio de disección, como pequeños agujeros circulares o elípticos, los que comunican al sistema de tráqueas con el medio externo.
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rdgz.
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