La palabra espíritu viene del latín spiritus y este del verbo spirare (soplar). Se asocia a una raíz indoeuropea *(s)peis- (soplar), que posiblemente que sea una onomatopeya del sonido que hace uno al espirar.
De spirare también nos llegan las palabras: aspirar, espirar, inspirar, respirar, suspirar, transpirar, etc. La relación entre alma y respiro es muy común, ver: alma, ánima y animal.
También vemos la misma relación entre la vida y el movimiento del diafragma en:
Es importante desarrollar todos los sentidos que adquirió en latín el término spiritus. En efecto en principio es soplo, y se utiliza muchas veces con el valor de aire (lo que se respira). También es respiración y aire respirado, y la propia capacidad de respirar (inspirare hacia adentro, exspirare hacia afuera), designando también a los suspiros. Asociado a la capacidad de respirar acaba significando la fuerza vital, también el coraje y el ánimo, y en las concepciones animistas, el alma como principio y esencia de la vida, y también la esencia de las cosas. Es por eso que inspirare acaba significando también, no sólo tomar el aire al respirar, sino insuflar en otro la idea creadora, la esencia de algo. Es por eso también que exspirare acaba significando no sólo expulsar el aire al respirar, sino expulsar la fuerza vital, la esencia de uno, y por tanto morir y dejar escapar el último soplo retenido.
Pero spiritus es también cualquier soplo, cualquier vaho, cualquier sustancia volátil que se desprende de otra y que forma parte de su esencia más íntima. Designa pues a la emanación, a la exhalación, al olor (spiritus unguenti suavis, dice Lucrecio, "el agradable olor de un perfume"), incluso en ciertos casos al sonido que algo emite. Es por eso que seguimos llamando espíritu al vapor sutil y aromático que desprenden los vinos y licores, y al propio alcohol tan volátil que forma parte de su esencia. Es por eso que podemos seguir hablando del espíritu de un perfume (especialmente los franceses lo hacen), para referirnos a su esencia aromática. Todos esos sentidos se desarrollaron en latín y los alquimistas luchaban por obtener en sus redomas el spiritus o quintaesencia de las cosas.
En términos religiosos cristianos se utilizó la expresión Spiritus Sanctus para designar al soplo divino que informaba la materia y la vida, y que asociado al concepto de los gnósticos Hagia Sophia (Santa Sofía, Santa Sabiduría), para quienes era un ente femenino emanado del Dios padre y caído en la materia, acabó formando parte de la trinidad cristiana.
- Gracias: Helena
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