La palabra mesa viene del latín mensa, con el mismo significado. Se aplica a muebles de madera de superficie plana sostenida por pies, terrenos planos y elevados, o a un conjunto de personas que presiden una asamblea. Todos estas semánticas manejan el concepto de: "plano" y "elevado".
Otras palabras derivadas de mensa incluyen:
Según las reglas de evolución fonética del latín al castellano, el grupo -ns- se convierte en s (mensa -> mesa), como lo podemos ver en consuetudinem -> costumbre, mensura -> mesura y pensare -> pesar.
La palabra latina mensa, se refería al altar donde se ponía ofrendas de comida, así tenemos palabras como comensal, comensalismo y amensalismo. Por eso que algunos la hacen derivar de la raíz indoeuropea *mens- (carne), ya que era la tabla donde se ponía la carne. En cambio Pokorny la hace derivar de *mē-3 (medir).
Por otro lado, el ingenioso San Isidoro de Sevilla (560-636, considerado como el Santo Patrono de la Internet) en Etymologiarum Libri II nos dice que:
Ab esu et comesu mensae factum vocabulum; nullum enim alium habet usum.
De comer y consumir está hecho el vocablo mesa. No tiene ningún otro uso.
El vocablo latino mensa no sólo significa mesa en que se come, significa también y sobre todo comida elaborada, alimento, cada uno de los platos que componen una comida (prima mensa, secunda mensa…) y este es realmente su significado originario. Mesa en general y para cualquier uso en origen era tabŭla, voz que nos da la palabra mesa en muchas lenguas romances (taula en catalán, table en francés, tavola en italiano).
El verdadero sentido originario de la palabra mensa, y el más antiguo, es de carácter religioso y ritual. Se refería a un tipo de pastel sagrado de los sacrificios, redondo y perfectamente dividido y racionado en cuartos según una medida que debía ser exactísima, y sobre él se disponían las ofrendas y vituallas sacrificiales que se dedicaban a los dioses, especialmente los domésticos, que nunca eran carne, sino frutos de la tierra diversos, miel y otros productos (la carne de los sacrificios públicos se destinaba al consumo entre los oficiantes o en ocasiones se quemaba entera la víctima en las aras). De ahí pasa a significar ración ofrendada y ritualmente medida, y después ya plato preparado y racionado para consumir. Más tardíamente, puesto que la mensa era la base sobre la que se colocaban otros productos alimenticios, a la mesa con los manjares preparados para consumir. Sólo muy tardíamente la palabra mensa, acompañada de diversos adjetivos, se refiere a mesas para otros diversos usos.
Esta palabra mensa tiene su correlato exacto en umbro mefa (pastel sacrificial). Las glosas contienen en latín esta perfecta explicación: mensas nunc panificia deorum Penatium dicit, es decir "llama mensas ahora a los pasteles de los dioses Penates". Lo cual se corresponde con muchos sentidos literarios. Las ofrendas a los dioses domésticos no se consumían y en la Eneida de Virgilio hay un bello ejemplo de todo esto. Cuando Eneas, el superviviente troyano, tras un largo peregrinar y muchas peripecias, llega con los suyos al Lacio, al entrar por las bocas del Tíber, se detiene en un verde paraje y están todos exhaustos y sin comida, aunque los campos son ubérrimos. Entonces su pequeño hijo Julo le dice a Eneas: "Tengo tanta hambre que si tuviéramos mensas me las comería". Entonces recuerda Eneas las palabras de su padre Anquises, ya muerto, que era su guía y tenía dotes proféticas, que advirtió a Eneas de que llegarían a un lugar hermoso y les devoraría el hambre, y entonces tendrían que preparar mensas para los dioses con los productos de ese campo ubérrimo y dar gracias, aguantando el hambre, porque esto significaría que habían llegado por fin a la patria prometida. Evidentemente, ni Julo se refería a comerse mesas de madera con sus patas, ni Anquises le recomendaba fabricar muebles a su hijo Eneas, sino aludían a tortas sacrificiales cubiertas de productos agrícolas.
La palabra latina mensa no es más que una forma sustantivada femenina del participio mensus-a-um (medido, racionado), del verbo metiri (medir), de donde también mesura, medir, dimensión, inmenso, etc. Este verbo se vincula de manera muy clara a una raíz indoeuropea *mē- (medir), y no tiene nada que ver con la raíz *mems-/memso- (carne).
- Gracias: Helena
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