La palabra albor viene del latín albor, alboris (blancura). Albor, especialmente usado en plural albores, se refiere al amanecer, justo al momento previo a la salida del sol por el horizonte en que el oscuro cielo nocturno ha blanqueado y a esa luz blanquecina característica. Metafóricamente los albores también designa el principio de algo. La palabra latina se forma con sufijo -or de efecto o resultado (como en calor, candor, fervor, etc.) sobre el adjetivo latino albus (blanco, de color blanco mate). Derivados de ese adjetivo latino son también albo, alba (amanecer y vestidura blanca sacerdotal), albino, albada, alborada, albar, albillo (variedad de uva blanca), albugo, albumen (del latín albumen, clara de huevo), albúmina (proteina de la clara de huevo), enjalbegar, etc. A partir del adjetivo albus contamos también con dos latinismos. Uno es album (libro en blanco para pegar en él colecciones de cosas), que viene del latín album, muro blanco o encalado que los romanos empleaban para dar a conocer edictos y anuncios varios al pueblo. El otro es in albis ("en blancas", "en las albas") empleado para indicar que uno está con la mente en blanco, en total ignorancia de algo o sin comprender lo que se percibe, y que parece que se origina en el latín de los primeros cristianos en que los catecúmenos o aspirantes a iniciarse en la fe vestían albas o túnicas blancas y no podían acceder más que al nártex o vestíbulo de los templos hasta que no eran bautizados (ni conocían los postulados de la fe ni se enteraban de los rituales). Una vez bautizados y admitidos entre los fieles se despojaban de sus vestiduras blancas y ya no estaban "in albis".
El adjetivo latino albus procede de una raíz indoeuropea *albho- (blanco), que en gérmanico da las formas *albiz /*albaz para referirse a apariciones fantasmagóricas a las que se atribuye palidez y aspecto blanquecino. De ahí procede la palabra elfo (duendecillo o genio de la mitología germánica).
El latín distinguía en el blanco y en el negro dos modalidades o gamas: el color mate y el color brillante. Así albus es siempre en latín todo lo que es de un color blanco mate. El color blanco brillante se dice candidus, de donde proceden cándido, candidez y candidato, un derivado del verbo candere (estar inflamado y al rojo blanco, brillar con luz blanca), de donde candente, incandescencia o incendio. Este se deriva de una raíz indoeuropea *kand- (brillar).
- Gracias: Helena
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