La palabra "Europa" de origen griego esta compuesta por eur opsis. El prefijo eu significa verdadero y opsis significa ver vista u ojos, que se podría traducir como de "ojos grandes", tal vez Europa tenia grandes los ojos.
- Gracias: Stacy Roulet
Probablemente Europa, al igual que Asia, fue un topónimo antes que un personaje mitológico.
Aunque se le ha querido dar una etimología griega, de ευρυ- 'ancho' o 'amplio' + οπ- 'ojo', no es ésta una etimología convincente, pues, entre otras cosas, no puede explicar la omega, más bien se trataría, muy probablemente, de un caso más de etimología popular.
Otra propuesta etimológica sería traerla de alguna lengua semítica. La raíz {'rb} que alterna con {ġrb} en las lenguas semíticas del norte significa occidente (como en el árabe actual غرب (ġarb), que ha producido el topónimo portugués Algarve, al occidente de al-Andalus). Este puede ser el buen camino para explicar el topónimo, pues Ευρώπη en principio denominaba solamente a la Grecia continental, que se encuentra al occidente de Asia. De la raíz {'rb} vendría algún término geográfico usado en alguna de las lenguas semíticas de las costas del Levante (zona siro-palestina), con una forma aproximadamente ערובא *'urūbā que los griegos recogieron como Ευρώπη (eurōpē). Por eso el mito habla de una joven procedente de las costas de Fenicia que va hacia el occidente (Grecia).
- Gracias: Joaqu1n
El comentario que nos proporciona Joaquín es atinado, pues el ευρυs, εια, υ (pronunciar: evrís, ía ,í), vasto, vasta, vasto (este último neutro) no se aplica a los ojos sino a la visión o percepción visual de la Grecia continental desde las islas como una "visión vasta" (muy similar al Ixachilan náhuatl, raíz propuesta anteriormente para "chilango" y que significa inmensidad), en vez de "ojos grandes". Utilizar el adjetivo ευρυ, por supuesto que no explica la omega, pero la ortografía de "vista, ojo" ωΨ (ómega + psi), y ωπος (omega + pi + omicron + sigma), dejan más que justificada la composición del vocablo Europa. Ahora bien, si Europa es un personaje femenino, tal como sugiere la terminación castellana, entonces el adjetivo aplicable es el femenino ευρεια (el acento es ~ sobre la iota) que se contrae con la omega de ωΨ, de ahí Ευρωπη (pr. Evrópi). Sin embargo, las raíces semíticas son probables. La única duda que me queda es quién influyó más a quién, los griegos a los árabes o éstos a aquellos; parece que el influjo llega a ser recíproco. No es descabellado que los helenos hayan compuesto la mitología de Europa con base en el uruba semítico.
- Gracias: Maximiliano Mena Pérez
La etimología griega de la palabra Europa ha sido muy estudiada y completamente descartada. Actualmente todos coinciden en que se trata de un préstamo en el griego.
Las conclusiones de una posible etimología griega para explicar la ω sólo dan la posibilidad de que el vocablo significara "de mirada mohosa" o de "de mirada podrida", lo cual es un sinsentido (a partir de ευρως = moho, podredumbre). Sobre una versión jocosa de estos trabajos (pero no exenta de una base de estudio sólida y bien documentada), recomiendo un gracioso librito sobre casos curiosos de palabras, de K. Bartels, Wie Berenike auf die Vernissage kam (Darmstadt, 1996), cuyo título es ya esclarecedor (Como Berenice se convirtió en barniz).
Una de las posibilidades más o menos asumidas es la que señala Joaquín, en efecto, del préstamo semítico. La otra es la de un préstamo anatólico, grupo lingüístico anterior al griego, vinculado también con el idioma de los cretenses, anterior a la llegada de griegos micénicos a la isla. Ambas posibilidades vienen avaladas por la existencia de múltiples restos de topónimos muy antiguos en la zona de Anatolia y Siria, aparte de las relaciones indicadas por Joaquín. Por ejemplo, parece que el topónimo Dura-Europos (aunque la fundación de la colonia es muy posterior, remite a una raíz tradicional en la zona).
Es curioso constatar que cuando se habla de raíces semíticas, hay personas que siempre piensan en el árabe, o como mucho en el hebreo, como si esas (las más modernas de las lenguas semíticas) fueran las únicas existentes. Es obvio que el árabe o el protoárabe es una lengua semítica en principio, y en estas épocas antiguas, vinculada a grupos humanos de la península arábiga, y que sólo se extiende por el Oriente Medio y el Mediterráneo de la mano de la religión a partir de la primera mitad del s. VII d. C. Es por tanto obvio (y además demostrado) que es mucho mayor el influjo del griego en el árabe (e incluso en parte del latín) que a la inversa, al margen de que el árabe, por convivencia histórica en la península ibérica, haya dejado una buena cantidad de arabismos en el español.
Cuando hablamos del influjo semítico en el griego (constatada incluso en Homero), no nos referimos al árabe en ningún caso, sino a la multitud de lenguas semíticas muy antiguas empleadas en el Oriente Medio extensamente. Por ejemplo, el acadio, hablado extensamente en Mesopotamia bastante antes del 2.000 a.C., el asirio y el babilonio, del segundo milenio, el complejo de lenguas cananeas, de las cuales el fenicio, testimoniado por escritos alfabéticos más o menos desde el 1.500 a.C., es llevado por el Mediterráneo (Creta, donde hay restos epigráficos, norte de África hasta Hispania) y genera la variante púnica, de amplio uso en el Mediterráneo Occidental entre los siglos IX y III a.C. También tenemos el arameo, documentado por escrito en Siria en el s. IX a.C., y rápidamente extendido por extensas zonas de Oriente Medio como una koiné bastante anterior a la expansión del griego por esas áreas, que no pasa de puntos coloniales y fundaciones de la costa de Anatolia a partir del s.VIII a.C. sobre todo, y que no se expande como lengua de uso por el habla de esos lugares hasta la época de Alejandro Magno (s. IV -III a.C.) conviviendo incluso en ellos después con el arameo. Eso sólo por citar unos ejemplos. Evidentemente, cuando se dice que en Europa bien puede detectarse una muy posible raíz semítica, jamás nos referimos al árabe, que puede tener, eso sí, esa misma raíz atestiguada sencillamente porque es lengua semítica y comparte origen con las anteriormente citadas, por lo que se emplea mucho como referente comparativo también.
- Gracias: Helena
Además de las aportaciones anteriores, tan amplias y bien documentadas, debemos señalar que Europa (también conocida como Júpiter II) es asimismo el nombre de una de las cuatro mayores satélites de Júpiter, o Lunas Galileanas (las otras son Io, Calisto y Ganímedes, que el lector puede consultar en este mismo diccionario), llamadas así en honor del astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642), quien fuera el primero en observarlas a través de un telescopio, en enero de 1610, como pequeñas esferas luminosas muy próximas al planeta Júpiter, naturalmente, sin más detalles, dada la existencia de telescopios muy rudimentarios en aquella época. Mientras que la acuñación del nombre de estas lunas, se considera que el autor fue el astrónomo germano, contemporáneo de Galileo, Simon Marius (1573-1624), quien incluso alegaba haber sido el primero en observarlas, pero lo cierto es que los expertos en el tema le dan el crédito a Galileo. El motivo de haber dado a estos cuatro lunas nombres mitológicos, fue que el planeta Júpiter, lo denominaron así los romanos en honor de su dios máximo, Júpiter, mismo que los griegos llamaban Zeus. Pues resulta que Zeus era un dios con numerosos amoríos y muchos hijos, a pesar de su esposa Hera, tan celosa y vengativa. Y precisamente, entre sus consortes, estaban Io, Europa, Ganymede y Callisto, de donde se tomaron los nombres de las lunas vistas por Galileo. De entre los amores de este gran dios mitológico, destacan además: Metis, Themis, Eurynome, Demeter, Mnemosyne, Leto, Maia, Thetis, Semele, Leda, Antiope y Alkmene.
En lo que se refiere a los detalles de la descripción mitológica de Europa, existen diversas versiones derivadas de textos antiguos de escritores griegos y romanos, por lo que a continuación damos una semblanza de los hechos más relevantes:
Europa era la hija más bella de Agenor, rey de Tira (una antigua ciudad griega ubicada en la costa norte del Mar Negro), otros dicen que del rey Phoenix (Fénix) de Phoenicia(Fenicia, región o país de Asia antigua). Era tal su hermosura, que Zeus se enamoró de ella, y cierto día, mientras cortaba flores con unas amigas en una pradera cercana al mar, se le presenta Zeus en la forma de un toro blanco, cuya hermosura y mansedumbre hizo que Europa perdiera el miedo y aceptara subirse a su grupa. Entonces Zeus se dirigió al mar y se zambulló para cruzarlo y llevársela a tierra firme, hasta Creta, donde luego Zeus se transformó en águila y enseguida la poseyó. De Zeus tuvo a Minos, Rhadamanthis y, según algunas versiones, a Sarpedón. Tiempo después, se casó con Asterius, el rey de Creta, quien adoptó a los hijos de Zeus, que como compensación de la falta de virginidad de Europa, le regaló, entre otras cosas, un hombre gigante de bronce, llamado Talos, para defender la isla o reino de Creta, donde fue venerada bajo el nombre de Hellotis, donde se celebraba el festival Hellotia en su honor. Durante el periodo clásico helénico (entre 500 y 338 a.C.), los griegos veían en la constelación zodiacal del Toro (Tauro, Taurus) a Zeus transformado en toro cuando rapta a Europa; aunque ya desde hace algunos 2800 años, los Caldeos (hacia los siglos XI-VI a.C.) percibían en esta misma agrupación de estrellas la figura de un toro.
Europa es la luna más pequeña y segunda más cercana a Júpiter de las cuatro Galileanas. Se trata de un objeto rocoso, con una superficie cubierta por una capa de hielo lisa y brillante, de unos 150 km de grosor, debajo de la cual, tal vez se encuentre un océano líquido. Es probablemente la luna del Sistema Solar, en la que más se acepta la posibilidad de encontrar alguna forma de vida primitiva, o al menos compuestos orgánicos.
Fuentes:
En un mural de Heraclión podemos apreciar una imagen de Zeus, convertido en toro, se lleva a Europa en su hombro.
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