El adjetivo petulante que hoy aplicamos más bien al que tiene una vana y exagerada presunción viene del latín petulans, petulantis (descarado, provocador, desvergonzado y atrevido, que reclama de los demás con insolencia). Este vocablo que a veces se aplicaba incluso a rameras callejeras que provocaban al viandante es el participio de un inusitado verbo petulare (reclamar descaradamente) que no es más que un derivado del verbo petere (intentar obtener o alcanzar, pedir, dirigirse a). De petere tenemos numerosos derivados, como pedir, petición, apetecer, apetito, competir, competencia, despedir, ímpetu, perpetuo, repetir, etc.
El verbo petere se deriva de una raíz indoeuropea *pet- (precipitarse, dirigirse a, volar), que también dio en latín:
- Gracias: Helena
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