La palabra albedo viene del latín tardío ecleciástico albēdo, 'la blancura', 'color blanco' (documentado en Variae epistolae 12, 4, 6; una colección de centenares de cartas con temas muy variados y otros documentos del escritor latino Casiodoro del s. VI d.C.), de albus, 'blanco', 'pálido', 'blanqueado', 'blanco mate sin brillo' (en cambio, candĭdus en latín es 'blanco brillante', de donde proceden palabras como candor, candente, candidez y candidato).
Albēdo se relacionada con la raíz indoeuropea *albho- ('blanco'), también vinculada a la voz germánica Elfe, 'una manifestación fantasmagórica de apariencia pálida', o en inglés, elf, 'fantasma'. También se vinculan con *albho-, muchas voces y expresiones en latín: tunica alba o vestis alba, 'vestimenta o túnica blanca'; albumen, de donde albúmina, (ovoalbúmina presente en la clara del huevo y lactoalbúmina, en la leche); albatus, 'vestido blanco'; albidus, 'blanquecino'. Otros vocablos asociados: alba, 'amanecer'; cuatralbo, 'animal con las cuatro patas blancas', como los caballos; albura, 'región clara en el corte transversal de un tallo leñoso que rodea al duramen', más oscuro; Albugo, cierto género de hongos; albino, álbum, alborada, albeo; y por supuesto, albedo, que del latín pasó sin cambios al italiano, inglés, español, alemán, polaco, rumano, etc. Entonces, puede traducirse literalmente como "blancura o blanco".
El término albēdo se documenta sólo en latín eclesiástico, en el legado literario del escritor Sulpicio Severo (363-425 d.C.?), en su Historia Sacra 1,16 escrita hacia el 403, y en el epistolario de Casiodoro, que vivió más o menos entre los años 484-90 y 590 d.C.
Este vocablo lo retomó en 1760 el astrónomo y matemático suizo Johann Heinrich Lambert (1728-1777), en su obra Photometria. Un siglo después, entre 1859 y 1861, el astrónomo estadounidense George Phillips Bond (1825-1865) volvió a utilizar el término cuando publicó una comparación entre el brillo del Sol, la Luna y Júpiter; desde entonces surgió el concepto de Albedo de Bond.
Albedo es un término utilizado en óptica, fotometría, astronomía y meteorología principalmente, y se puede definir de manera general como la razón o proporción que existe entre la cantidad de luz reflejada o difundida por un cuerpo o superficie y el total de luz que incide sobre él, y se expresa en fracciones decimales o porcentaje, entre 0 (0%) y 1 (100%); así, por ejemplo, la Tierra tiene un albedo de un 33% o 0,33, o 1/3; la Luna, 12%; Venus, entre 65 y 75% (por la densa capa de nubes que rodean su superficie permanentemente); Mercurio, 11%; Encélado (satélite de Saturno), 99%; algunas nubes y la nieve, hasta un 85%; el carbón, prácticamente 0%, etc.
Albedo también suele aplicarse en el vocabulario botánico, a la capa blanca de la cáscara de los cítricos, donde abunda la pectina.
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.
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