La palabra piltra es un coloquialismo muy usado en España, casi un término de argot, para referirse a la cama. Aparece documentada casi como voz germanesca en 1572. Y hoy decimos muy frecuentemente "me voy a la piltra". El vocablo es un préstamo del francés antiguo o medieval peautre (catre, yacija), que pudo adaptarse como *pieltra y luego pasar a piltra.
La palabra francesa es de origen dudoso, aunque parece que indudablemente latino. Hay un testimonio medieval de la voz como pealtre, y Corominas aboga por relacionarlo con el verbo francés espeautrer (aventar la paja, quebrar). Peautre designaría en principio a un jergón o una yacija de paja y estos vocablos vendrían del latín spelta, una variedad de trigo norteño que hay que descascarillar con más esfuerzo pues su cascarilla está muy pegada, voz documentada en latín tardíamente, a partir del s. III d.C. Según san Jerónimo la spelta es originaria de Panonia, o al menos los romanos pudieron obtenerla a partir de allí. Suele considerarse que el vocablo spelta es un germanismo dentro del latín, que procedería de spilt, palabra vinculada a una raíz indoeuropea *spel- (rajar, desprender), a la que se asocia también el vocablo latino spolium (en origen, piel o pellejo de un animal de la que se tira desprendiéndola para pelarlo, después despojo, es decir, todo lo que se quita a un enemigo vencido o al cadáver de un vencido), de donde vocablos como espolio, expolio y despojar.
Otra posibilidad que no agrada a Corominas es aquella por la que abogó Sainéan, que la voz francesa peautre viniera del italiano jergal poltro, del mismo origen que el castellano potro. Este vocablo, aparte de designar a la cría del caballo, en registro jergal en las diferentes lenguas romances designa a una cama, especialmente a un tipo de cama de tortura. Así tenemos poltre en catalán, poutre en francés y occitano (aunque la forma actual preferida sea poulain), póledro en italiano, poltro en astur-leonés antiguo, poldro en gallego y portugués, formas antiguas atestiguadas en portugués del s. XI como póldero, podro y póltero, e incluso púllero en antiguo aragonés. La etimología de todas estas formas es indiscutible. Todas ellas proceden del acusativo pullĭtru(m) del latín tardío pullĭtrus o pullĭter, que se especializó en designar a la cría del caballo o caballo joven, pero que también tiene la acepción jergal apuntada (ver potro). Esta forma puede explicarse perfectamente a partir del latín pullus (cría, retoño, polluelo) con un sufijo -ter, o incluso mejor a partir de un diminutivo popular *pullitulus, que por síncopa daría *pullitlus, y por disimilación de líquidas pullĭtrus. No es descabellada del todo pues la propuesta de Sainéan aunque a Corominas le parezca inaceptable.
- Gracias: Helena
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