La palabra prodigio viene del latín prodigium, vocablo que en origen significa signo profético, hecho que nos habla o anuncia y es una afirmación para el futuro, para el porvenir. Como los romanos consideraban anuncios proféticos todos los sucesos anómalos (nacimiento de un animal monstruoso, crecimiento desorbitado de una planta, etc.), prodigium pasa a significar ya en latín hecho milagroso, portentoso o monstruoso. De ahí también prodigioso (del latín prodigiosus). Para la mayoría de los lingüistas prodigium se compone de un prefijo prod-/pro (hacia adelante, a veces también hacia el futuro) y la raíz de un verbo defectivo que sólo se emplea en 3ªs personas y que citamos como aio. Este verbo significa decir que sí o afirmar, decir o aducir algo en sentido de afirmación. Su formación originaria responde a *ag-yo, aunque esa g ha caído en posición intervocálica por debilitamiento, y especialmente ha palatalizado la vocal i posterior: en latín aio se pronunciaba aiio, es decir "ayio". Su raíz la tenemos también en la palabra adagium (proverbio, sentencia, refrán), que nos da adagio. Pero esta explicación tiene un defecto y un reparo, pues la a de aio es larga (āio), y las vocales largas no sufren apofonía al recibir prefijos, como puede verse en adāgium, no tendría sentido que en prodigium hubiera pasado a i por apofonía. Una explicación podría ser que la raíz originaria en *ag-yo contuviera vocal breve en origen, pero que esta vocal fuera después alargada como la vemos en āio, por la caída de la g y su posición ante una -ii- fonética efectiva (eso alarga siempre las vocales anteriores), y que adagium fuera una refección por analogía con āio. Esta es una explicación posible.
Pero es por eso que algunos prefieren vincular prodigium al verbo agĕre (mover, impulsar, accionar), como las palabras prodĭgus y prodigare, que sí se forman a partir de este verbo, que sí contiene una a breve originaria. El problema es que no hay manera de explicar semánticamente prodigium a partir de agĕre, y ninguno de los sentidos antiguos de la palabra la relacionan aparentemente con este verbo, que contiene una raíz indoeuropea *ag- (conducir).
La raíz del verbo latino aio (< *ag-yo) presenta unos posibles paralelos griegos y armenios, pero realmente es muy compleja la restitución de la forma exacta original de su posible raíz indoeuropea común, afirme lo que afirme Pokorny.
- Gracias: Helena
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