La palabra antimonio viene del egipcio antiguo stmy que denominaba la "estibina" o "antimonita", sulfuro de antimonio natural de fórmula Sb2 S3, que es un mineral con el que se fabricaba antiguamente un polvo finísimo llamado alcohol que se usaba para curar las infecciones de los párpados. Esta palabra del antiguo egipcio pervive en el copto stīm y había pasado al griego en los primeros siglos de nuestra era produciendo las formas στίβι (stíbi), que usó Dioscórides (siglo I), de donde le ha venido al español el cultismo estibina, y στίμμι (stímmi), variante de Galeno (siglo II), más próxima al original egipcio. En la época medieval el término se había convertido en el árabe إثمد (ithmid) y se difundió mucho, pues el alcohol fabricado pulverizando estibina gozaba de amplia estima entre los oftalmólogos de la época y, además, desde el Bajo Imperio, la costumbre egipcia de alcoholarse los ojos por mera cosmética se había extendido mucho, hasta el punto de llegar hasta nuestros días en muchos países del Sur y el Este del Mediterráneo y el Oriente en general.
Es el árabe إثمد (ithmid) el que ha producido el arabismo antimonio en todas las lenguas de Europa, pero ello ha sido mediante un insospechado mecanismo de adaptación, que no obedece a ninguna regla y se produce inopinadamente, cuando menos se piensa, y sin que medie voluntad alguna. Se trata de un fenómeno poco estudiado en la historia de las palabras, pero que ha suministrado la solución de más de un caso donde la sola evolución fonética era incapaz de explicarlo todo. Hablamos de la confusión gráfica. Es conocido, pues lo trata Corominas, el caso de cenit / zenit, donde la -m- del original çemt procedente del árabe (سمت (الرأس (samt [ar-ra's]) "la dirección (de la cabeza)", ha sido leída erróneamente como el grupo -ni-, produciéndose los arabismos derivados de zenit y variantes en todas las lenguas que lo toman del latín de las traducciones medievales de los libros de astronomía. El caso de antimonio, que durante mucho tiempo ha traído de cabeza a los que estudiaban los arabismos, es uno de los más conspicuos.
En las traducciones medievales del árabe al latín que se hicieron durante los siglos XII y XIII el término árabe إثمد (ithmid) recibió diversas transcripciones en diferentes libros, aparece como athmed, ethmet, atmit, atemed, todas ellas librescas, es decir, adaptaciones de los grafemas escritos en árabe a otros equivalentes en grafía latina a juicio del traductor, pero hay una de ellas que da la clave de las confusiones gráficas que produjeron el arabismo antimonio. Aparece en el Canon de la medicina de Avicena, en la receta de unas pastillas astringentes contra la disentería (سحج sahğ). Dice el texto árabe:
قرصة أخرى: يؤخذ السماق وأقماع الرمان وسومفوطون وهو نوع من حي العالم وجلنار وحب الحصرم وقلقنت وقلقطار ورصاص محرق وإثمد من كل واحد جزء وزنجار نصف جزء ويتخذ منه أقراص (qursah ukhrà: yu'khadh as-summāq wa-aqmā‛ ar-rummān wa-sūmfūtun, wa-huwa naw‛ min hayy al-‛ālam, wa-ğullanār wa-habb al-hisrim wa-qalqant wa-qulqutār wa-rasās muharraq wa-ithmid, min kull wāhid ğuz', wa-zinğār nisf ğuz',wa-yuttakhadh min-hu aqrās)[Ibn Sīnā: al-Qānūn fī t-tibb, III, 16, 2]
"Otra pastilla. Se toma: zumaque, cúpulas de granada, symphytum -que es una especie de siempreviva-, balaustia, granos de uva agraz, calcanto, colcótar, plomo combusto y antimonio, de cada uno una parte, y de cardenillo media parte, y se hace con ellos pastillas".
La traducción latina dice:
Trociscus alius. Recipe: sumac, & capita granatorum, & succutum, & balaustiarum, & grana acreste, & calcantum, & colcotar, & eris adusti, & ãtimõii, omnium ana partem I, floris eris partem II, fiat ex eis trocisci [Avicennae Liber Canonis. Venecia: Juntas, 1507, fº 320r.: 39-42].
Esta palabra, ãtimõii, es la que nos proporciona una explicación satisfactoria. Veamos. La última -i no la vamos a tener en cuenta, porque se debe al caso genitivo que toma la palabra dentro de la receta: "de antimonio... (tanto)". La palabra que nos queda, ãtimõi, refleja una cadena de confusiones entre grafemas que podemos reconstruir paso a paso: El árabe إثمد (ithmid) se había querido transcribir al latín como *atmid, vocalizando con timbre /a/ la álif inicial, al uso andalusí; a continuación se ha producido una confusión gráfica en la empalizada de trazos verticales del grupo -mi- que, en letra gótica, se ha leído -im-. Así pues, ya se nos ha convertido *atmid en *atimd. Aquí es donde la forma ãtimõi nos muestra que ha ocurrido la confusión más singular, porque la -d final de *atimd se ha confundido con el grupo -õi. Para entenderlo hemos de imaginar en letra gótica una grafía de la d en la que el cuerpo redondo tuviera la misma hechura que la o y el trazo vertical estuviera por abajo pegado a él como una -i y luego curvado por encima, algo parecido a ∂, de modo que una palabra tan rara y de fonética tan inusual como la ya confundida *atimd le pareciera al lector que había que leerla en verdad *atimõi. Llegados aquí hay que tener en cuenta que era costumbre de la grafía medieval e incluso la tipografía renacentista poner voladas las nasales encima de las vocales (y así es como alguna vez sorprende ver impreso pũta en lugar de punta en textos castellanos del s. XVI). Por tanto *atimõi se leyó como *atimo(n)i y se le añadió para declinarla la terminación de neutro -um, del mismo modo que el griego στίβι (stíbi) de Dioscórides se había convertido en el latín stibium. Así es como, por una sucesión de confusiones, hemos llegado a la forma *atimonium, -ii. El añadido posterior de la -n- en a(n)timonium es probable que se deba a una asimilación al prefijo grecolatino anti-, por lo que la palabra parecería estar formada en latín por *anti-monium, este último sufijo presente en patri-monium y matri-monium, por lo que, aunque el conjunto no se comprendiera, a nadie le cabía duda de estar ante una palabra enteramente latina.
- Gracias: Joaqu1n
Este metaloide se conoce desde la antigüedad más remota con muchos nombres diferentes. Una etimología popular cuenta como la palabra antimonio, se originó en una congregación de monjes que investigaban este metaloide en relación con la ciencia sagrada llamada alquimia. Ellos ya habían descubierto este metaloide y sospechaban de sus propiedades curativas. Un día se juntaron muchos monjes y decidieron probar esta medicina, con el catastrófico resultado de que murieron casi todos, se salvo uno, el cual dejó su testimonio...
De ahí se le bautizó con el nombre de anti= anti y monio= monje, o sea, anti monje.
- Gracias: luciopapirius
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