El tecnicismo "etimología popular" se emplea para un fenómeno que se produce cuando se le quiere buscar sentido a una palabra cuya etimología no se conoce y por similitud fonética, o por atracción semántica hacia un sonido parecido, se le inventa la etimología y la palabra se adapta a ella. Es una inferencia de significado que, aunque en origen es errónea, se adueña de la palabra. Por ejemplo, el latín veruculum era un diminutivo de verum, "espetón", que se usaba para la barrita de hierro que corría entre dos armellas para cerrar una puerta. En español dio verrojo, que figura en el DRAE, pero como servía para cerrar y verrojo no le decía nada a nadie, no sugería su etimología inmediata, pues se le inventó, y así de "cerrar" se dijo cerrojo, pues para eso servía, y la palabra original, verrojo, no se usa más que dialectalmente y ya no hay quien la entienda. Lo mismo exactamente, pero con otro resultado, sucedió en portugués, donde en lugar de verrolho se dice ferrolho, pues el pasador es una barra de hierro (ferro). Otro ejemplo es mandarina, que, como se monda bien, mucha gente dice mondarina, porque el étimo de los mandarines de la China de donde vinieron las mandarinas resulta demasiado lejano y desconocido. Este fenómeno se llama también en términos más cultistas paretimología, otros prefieren llamarlo atracción paronímica.
A veces se hace etimología popular con palabras extranjeras, como, por ejemplo, la "Huerta San Vicente" (< World Trade Center, así llamaban los taxistas sevillanos al pabellón estadounidense en la Expo'92), o "San Guivindey" (< Thanks Giving Day, dicho por algún cubano adepto a la santería), "Jerusalem artichoke" (< girasol, véase aquí mismo). Esta variante de la etimología popular se denomina malapropismo, del inglés malapropism, término que alude a Mrs. Malaprop, personaje de una obra de Sheridan que cometía estos errores.
No se piense que por llamársele popular sea privativo este fenómeno de las personas menos cultas, es precisamente entre los cultillos donde se da con mayor frecuencia. Los "sabios" son los que inundaron sus respectivas lenguas de etimologías populares. Botánicos ingleses convirtieron el zumaque en smoke tree y otros alemanes el levístico en Liebstöckel.
- Gracias: Joaqu1n
- Gracias: Pedro Menoyo Bárcena
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