Etimología de AFLATOXINA

AFLATOXINA

La palabra aflatoxina es un neologismo de reciente creación, cuyas primeras cuatro letras (afla) son un acrónimo formado a partir del nombre latinizado de un hongo productor de toxinas: Aspergillus flavus, de donde se tomó la A del género (Aspergillus) y las primeras tres letras, fla, de la especie (flavus); ya que fue de este organismo de donde se aisló por primera vez este veneno. El término complementario, toxina, deriva del latín toxicus, de toxicum, 'veneno', procedente a la vez de la voz griega toxikon 'veneno', originalmente el que se aplicaba a las flechas, de toxikos, 'lo referente a las flechas y arcos', de toxón, arco. Derivadas de toxicus, existen muchas palabras, por ejemplo: Toxodonta, suborden de mamíferos extintos que tenían los dientes en forma de flecha; toxofilia, afición al arco y la flecha; toxóforo, portador de veneno, como el telson de un escorpión; rádula toxoglosa, estructura bucal de moluscos con dientes en forma de flecha; toxemia, toxinas o venenos en sangre; toxoide, toxicoderma, toxigénico, intoxicación, toxicología, desintoxicación, etc.

Aspergillus es el nombre en latín del género de un hongo ascomiceto cuyo nombre deriva del verbo aspergere, que significa 'rociar, diseminar, lanzar rocío', de donde proviene asperjar, aspersión, aspersor, y el aspersorio, del latín aspergillum, que es un utensilio empleado en las ceremonias religiosas para rociar agua bendita, que consiste en un mango de metal o de madera, en cuyo extremo se encuentra un manojo de cuerdas o una esfera metálica hueca con perforaciones, dentro de la cual hay algo capaz de retener agua. Y flavus, es un término latino que significa 'rubio, claro, amarillo-oro', quizás en origen, 'pelo amarillo', vinculado a la raíz indoeuropea *bhel-, 'brillar', de donde también proceden el vocablo germano blau, 'azul' y el antiguo término inglés blaewen, que después se transformó en blue, 'azul'. Palabras como: Flavio y Flavia, nombres propios que significan rubio; flavinas, pigmentos vegetales amarillos; flavona sustancia de la que se obtienen colorantes amarillos; flavoproteínas, flavopurinas, flavonol, etc., proceden de la misma raíz latina flavus. Entonces, ya tenemos la traducción de Aspergillus flavus: "aspersorio amarillo o de color claro"; así, de entrada, no parece revelar nada claro, pero una breve explicación hará más comprensibles las cosas:

En 1729, el religioso y botánico italiano Pietro Antonio Micheli (1679-1737), acuñó el término Aspergillus para el género de este hongo, del que existen unas 180 especies, al observar a través del microscopio estructuras reproductivas asexuales (conidióforos) formadoras de hileras de esporas dispuestas en forma radial, que partían de esa estructura globular, que en conjunto le recordaban la forma del aspersorio (aspergillum), algo así como una maza, cerilla o hisopo (como también se llama a ese utensilio de uso religioso). En 1809, el botánico alemán Johann Heinrich Friedrich Link (1767-1851), creó flavus, para nombrar la especie, debido a que las colonias de este hongo toman coloración crema amarillento y al madurar y envejecer, su color cambia a tonalidades entre amarillo y naranja. De este modo, el nombre del género es 80 años más antiguo que el de la especie; el género Aspergillus hace referencia a la forma de las estructuras reproductivas y flavus, al color de la colonia en un medio de cultivo o algún sustrato natural.

Unas 20 especies de Aspergillus son capaces de ocasionar enfermedades en el hombre y los animales domésticos, que de manera colectiva reciben el nombre de aspergilosis. Pero A. flavus, fue de donde se aislaron las aflatoxinas, que dañan particularmente al hígado produciendo necrosis, cirrosis y carcinoma hepático en las personas o animales que consumen productos infectados por el hongo, especialmente nueces, frutos secos, semillas de algodón, cacahuates, maíz y otros cereales. La historia comenzó en el Reino Unido, donde en 1961 se registró una epizootia en los pavos de granjas de Gran Bretaña, causando una mortalidad que afectó unas 100.000 aves; los estudios de laboratorio revelaron que el origen era la ingestión de harina de cacahuate con A. flavus que había sido comprada en Brasil. Como resultado final, en 1962 se acuña el vocablo aflatoxina en la Universidad de Manchester, al identificar plenamente la sustancia.

- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rdgz.

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