El adjetivo irremediable lo aplicamos a aquello que no tiene remedio ni solución. Viene del latín irremediabĭlis, que curiosamente es usado por Mecenas y por Séneca con el sentido de implacable, que no se puede calmar, si bien Plinio lo emplea con el mismo valor que lo empleamos hoy. Este adjetivo se forma con el prefijo negativo in- (no) y el adjetivo remediabĭlis, formado con sufijo de posibilidad pasiva -bilis sobre el verbo remediare (curar, remediar), que nos da el verbo remediar y se deriva de remedium (remedio, cura, medicamento, preservativo o solución).
Este vocablo remedium se forma con un prefijo re- de carácter intensivo, que si bien a veces indica vuelta atrás o iteración, en muchos casos, como aquí, tiene sólo un valor aspectual intensivo, y la raíz del verbo mederi (cuidar, tratar), que también generó en latín las palabras medicus y medicina, que conservamos como médico y medicina. Se asocia a una raíz indoeuropea *med- (tomar medidas apropiadas), que también se asocia en latín:
- Gracias: Helena
El prefijo de negación -in se asocia con la raíz indoeuropea *ne. presente en las palabras no, necio, nefando, nefasto, nulo, nimio, nimiedad, nihilismo, etc. La -n- de in- cambia a -r- (irremediable), por asimilación, igual como en las palabras irradiar, irregular, irrelevante e irresponsabilidad.
Otras palabras compuestas con la combinación irr- -able incluyen:
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