Etimología de HABA

HABA

La palabra haba viene del latín faba, con el mismo significado. Este vocablo se genera en una raíz indoeuropea *bhabha presente en distintas lenguas indoeuropeas para designar a las habas o a las alubias, que es la misma que generó la palabra inglesa bean.

Las habas, producto de cultivo muy antiguo, en el Imperio romano se cultivaban por doquier y eran abundantísimas, empleándose su forraje y la planta para la alimentación del ganado y el grano para consumo humano. Se consumían frescas, secas, guisadas, tostadas y en harina, que se llamaba lomentum. Esta harina se empleaba tanto en gachas, como para mezclarla con harina de trigo y hacer pan en los momentos en que pudiera haber escasez de trigo. Formaba parte de la alimentación de los soldados en marchas o campañas, por la fácil conservación de esa harina para gachas o de las habas secas, que se tomaban en purés o fabadas con tocino, siendo nutritivas por su aporte en féculas pero también en proteínas. Asimismo formaban parte de las estrictas dietas de los gladiadores, pues se consideraba que aportaban fuerza y energía, y al mismo tiempo ayudaban a desarrollar un ligero parénquima adiposo sobre los músculos que mitigaba golpes y hacía que posibles heridas fueran menos profundas. Y en definitiva eran tan baratas que se consideraban principal alimento de los pobres y propias de la alimentación más modesta. Un refrán latino dice fabas indulcat fames (el hambre endulza las habas), algo así como "a buen hambre no hay pan duro".

Paradójicamente y pese a tan corriente consumo, pesa sobre las habas un cierto tabú religioso, pues en el mundo romano, especialmente las habas de la variedad llamada negra, son alimento de muertos y están presentes en diversos rituales religiosos romanos, como el sacrificio realizado por una anciana a la divinidad llamada Tácita en las Feralia (celebradas en el mes de febrero), los rituales para espantar a los muertos en las fiestas Lemurias del mes de mayo (en que el pater familias de cada casa arrojaba un puñado de habas negras a los espíritus) o la tradicional fabada con tocino ofrendada a la diosa Carna en las Carnaria, diosa protectora del desarrollo de los órganos humanos y el crecimiento de los vivos. Del mismo modo el flamen Dialis, sumo sacerdote de Júpiter, que no podía tener relación con la muerte, ni la sangre, ni realidades impuras, no podía comer ni ver habas, ni siquiera pronunciar su nombre.

La existencia de tabúes con respecto a las habas no era exclusiva de los romanos. En el mundo griego es muy conocida la prohibición de comer habas a la que se atienen los más estrictos pitagóricos, que además eran vegetarianos, y aunque se dan muchas explicaciones según autores, la principal es que creían que en las habas, elemento germinativo por excelencia, se alojaban las almas de los muertos al igual que en los cuerpos de los animales (ellos creían en la transmigración de las almas). Los órficos por su parte tenían prohibida la ingesta de habas y huevos, como elementos sagrados fuente de vida y regeneración. Otros tabúes secundarios se debían a la similitud de las habas con el glande o incluso con los testículos de los varones. Por Heródoto sabemos que también los sacerdotes egipcios evitaban todo contacto con las habas, como alimento de muertos y sus plantas eran relacionadas con los campos de la vida de ultratumba.

De la palabra haba derivamos también habichuela, que no se aplica a las habas, sino a las alubias o judías. La alubia, una especie distinta, se llama en latín faseolus o phaselus, palabra que es préstamo del griego φάσηλος y que da fesol, nombre de la alubia en catalán. En castellano del vocablo latino tenemos los nombres fásol, fréjol y fríjol, si bien es mucho más empleado en España el vocablo alubia, que viene del árabe, pero que el árabe tomó del griego, y que quizá tenga un remoto origen sumerio.

Las habas propiamente dichas, originarias de la cuenca mediterránea o del medio oriente asiático, fueron importadas a América y a otros lugares del planeta y hoy se cultivan en todo el mundo.

- Gracias: Helena


La palabra latina faba también nos dio Fabio (cultivador de habas) y fabismo (alergia a los habas).

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