El origen de la palabra "hormigón" ha intentado explicarse a través de dos proposiciones inconciliables. A grandes rasgos, se ha dicho que podría estar incluida en la familia léxica de las palabras "forma", por un lado, o de "hormiga", por otro.
Esta última propuesta es recogida por el DRAE y sugiere que "hormiga" nos habría dado "hormigón" a través de "hormigo", palabra que en plurales acepciones designa preparados que pueden conectarse semánticamente entre sí por tratarse de mezclas de fluidos y sólidos menudos ("hormigo", 1, 2 y 3), especialmente si alguno de estos se destaca entre los restantes por un mayor tamaño de los granos o partículas que lo conforman, de manera tal que sean macroscópicamente diferenciables ("hormigo", 3 y 1, también 4). Esta última precisión explica la relación con "hormiga". En efecto, se ha sugerido que estos granos o partículas recordarían a hormigas por ser apreciablemente más opacos y gruesos (los frutos machacados y tostados - 3 -, los residuos en el harnerillo - 4). Asimismo, esta especial falta de homogeneidad de la mezcla (no se trata de un lodo o una masa uniformes, como en "gacha" 1 y 4, sino más bien de un conglomerado, más o menos endurecido) dota al "hormigo" de mayores semejanzas con el "hormigón" que con cualquier otro mortero, ya que el aditivo de piedras visiblemente más gruesas es lo que, en lo coloquial, diferencia al hormigón de la argamasa. Finalmente, siempre será más pequeña una mezcla destinada al consumo humano que a la construcción, de allí el aumentativo final.
Según otras sugerencias, la palabra "hormigón" podría derivarse de un proceso de cambio léxico-semántico similar al que nos dio "hormazo", el que según el DRAE proviene del latín "[paries] formaceus", es decir, "[pared] hecha con tapiales". El tapial constituye un encofrado de dos tableros paralelos donde se vierte la tierra para ser apisonada hasta endurecerse y tomar la "forma" del encofrado. Más ampliamente, el tapial es un molde. Como es habitual, en este caso la misma palabra designa al molde y al producto que se conforma con él ("tapial", 1 y 2). A la inversa, en el caso de "tapia", la misma palabra designa al producto terminado y a su materia prima ("tapia", 1, 2 y 3). No debe sorprender entonces que "[pared de] hormazo" ("hormazo" es el molde, el encofrado), acortado por elipsis, designe tanto a la pared terminada (3) como a su materia prima (1. m. Montón de piedra sueltas, DRAE). Presumiblemente, a lo largo de la historia y como ocurre hoy en día, el "formaceus" ha contenido más que sólo tierra, también piedras, morteros y otros materiales o mezclas. Por lo expuesto, es razonable proponer que "hormigón" se derive de alguna manera del nombre del molde donde era vertido. Aportando más ejemplos de este tipo de procesos, la palabra "forma" (de la cual proviene "formaceus") significa "molde" en la sexta aceptación, así como su cognado "horma" en la primera. En el Río de la Plata, la expresión "queso de horma", utilizada para referir al producto lácteo realizado con determinado molde, por elipsis se redujo a "horma" para referir a una pieza singular del mismo producto, por lo que coloquialmente se puede hablar de una, dos o tres "hormas" de queso. El producto tomó el nombre de la "forma" con que se lo moldea. Sobreabundaría continuar insistiendo sobre la fluidez y versatilidad de un término cuando los referentes son causas, efectos, materiales y productos. Ahora bien, si bien este proceso de cambio está bien documentado para "hormazo" y para los restantes ejemplos que hemos dado, lamentablemente no lo está asimismo para "hormigón".
- Gracias: Emir
En mi opinión sí hay una forma de conciliar ese doble origen a partir de la palabra formica (hormiga) y forma (forma, molde, horma), y es siempre mediante la etimología popular que acaba asociando formas radicales aparentemente iguales, pero que son de diferente origen y significado.
Nadie se ha planteado si realmente existe en latín una forma radical formic- (que nos daría hormig-) que esté vinculada a la vez a formica y a forma. Y resulta que sí la hay.
Existe en latín clásico un verbo formicāre derivado de formica. Este verbo designa por ejemplo en Plinio y otros autores la idea de sufrir prurito, tener un picor que es como un hormigueo. Asume también en medicina el sentido de experimentar un pulso débil y frecuente, como el movimiento de hormiguillas. Sin embargo este verbo en latín medieval, debido a la analogía con frecuentes verbos en sufijados en -icare (como communicāre y otros), acaba siendo asociado a la raíz de forma, siendo asociado en su sentido a formāre (dar una forma, modelar, moldear), como puede verse bien recogido por Du Cange.
Es muy fácil que de él se derivara el nombre de un producto que designara a una pasta de cemento, arena y pequeñas partículas de piedra molida que sirve para dar forma, para solidificar en moldes adoptando diversas formas, voz que se hubiera gestado, bien en romance, bien a partir de un posible vocablo en el latín vulgar tardío *formico, formiconis, derivado de formicāre, o bien un formicus o formicum que nos daría "hormigo". Porque incluso puede ser que la pasta, gachas o productos alimenticios denominados "hormigo", voz de la que hormigón podría ser un aumentativo, podría venir precisamente de su similitud con la pasta de construcción que llamamos hormigón, y no a la inversa, ya que el hormigón, aunque fuera con otro nombre, es producto bien conocido por ls romanos y muy frecuentemente empleado por ellos,
- Gracias: Helena
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