La palabra ágora, reunión, plaza pública, según el DRAE viene del griego ἀγορά (agora).
La palabra griega ἀγορά en griego antiguo generalmente se refiere a reuniones para deliberación política, jurídica, etc.
En el sistema de escritura Lineal B usado para escribir el griego (siglo XVI a.C.) encontramos la palabra a-ko-ra.
En el Diccionario Griego - Español (anexo I Diccionario Micénico)1 podemos leer:
´´Se admite en general la interpretación ἀγορά (compárece el verbo ἀγείρω= reunir, juntar2), mejor que * ἀγόλα (*= forma no atestiguada) como en ἀγέλη=rebaño, pero su significado concreto sigue sometido a discusión oscilando las interpretaciones propuestas entre el sentido etimológico: acción de reunir, o los derivados: ´´grupo ~ rebaño´´, o bien "lugar de reunion ~redi"´´.
En la obra Iliada, del poeta y rapsoda griego Homero (VIII a.C.), encontramos esa palabra como:
- asamblea del pueblo o el ejército junto con los jefes [...los troyanos en la ciudadela de Ilio celebraron asamblea (ἀγορή en dialecto jónico) con temible alboroto junto a las puertas de Príamo. (canto VII verso 345).
- acción de hablar en público (canto II verso 275).
- actividad opuesta a guerrear (canto IV verso 400).
Encontramos la misma palabra con la significación, ágora, plaza pública, mercado (que comprende diversas instalaciones) en Solo (siglo VII/VI a.C.) lyricus et legislator ' Leges', en Herodoto (siglo V a.C.) ´´...cuanto trigo había en la ciudad...se llevase todo al mercado (ἀγορή) 3 ´´, etc.
El ágora de Atenas era el principal centro de la actividad política y social de la ciudad. Era el lugar donde los atenienses se reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad. Estaba situada al noreste de la Acrópolis.
Actualmente se está construyendo un Ágora en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (España).
La palabra agorafobia esta compuesta con ἀγορά, ágora y φόβος, temor, miedo, -φοβία, fobia, o sea sensación enfermiza y persistente de miedo intenso a los espacios públicos.
Fuentes:
- Diccionario Griego - Español. Anejo I (Diccionario Micénico Volumen I), Consejo Superior de Investigaciones Científicas Madrid 1999.
- Diccionario Manual Griego clásico - Español, José M. Pabón S. De Urbina, excatedrático de lengua y literatura griegas en la facultad de filosofía y letras de la universidad de Madrid. Vigesimoprimera edición, Febrero 2008.
- Diccionario Griego - Español. Volumen I (Segunda Edición Revisada y Aumentada) Instituto de Filología. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 2008.
- Gracias: PAGOT
La etimología de la palabra ἀγορά dentro del griego ha tenido un cierto grado de discusión. La forma originaria de la palabra sería *Əgor-ā, con laringal inicial que vocaliza en alfa, y se considera en efecto vinculada al verbo ἀγείρω (reunir). La raíz originaria de este verbo esta bien testimoniada en griego en una considerable serie de vocablos que muestran la raíz de vocalismo alternante (fenómeno regular en las raíces indoeuropeas), en grado e para el verbo (*Əger-), grado o para sustantivos (*Əgor-) o grado cero (*Əgr- o *Əgyr-) en otras formaciones. La identificación más aceptada de la raíz indoeuropea sería *ger-1 (reunir), raíz bien atestiguada en sánscrito, germánico, lituano, eslavo y latín (palabras latinas como gremium, "regazo, aglomeración" o grex, gregis, "rebaño", congregare, etc.). La innovación griega sobre esta raíz sería la presencia de un alfa protética procedente de una laringal, llamada a veces alfa colectiva o de acumulación, que ni mucho menos es fenómeno único en estas palabras, sino que se produce con relativa frecuencia en griego. Siendo esta la explicación genética habitualmente asumida, también hay quien ha planteado la hipótesis de una asociación con la muy productiva raíz indoeuropea *Əg- o *ag- (conducir, mover), que es la raíz del verbo ἄγω, para la que está probada la asociación ya indoeuropea a un sufijo -ro dando una variante *ag-ro, presente en palabras como el griego ἄγρα (presa, lo que se conduce a un lugar), pero esto es menos asumido.
Nos llega noticia en cambio de un artículo de Eulàlia Vernet Pons, especialista en lenguas semíticas de la universidad de Barcelona, que postula algo muy original y diferente, y sin duda atrevido. El artículo critica de entrada la etimología indoeuropea de ἀγορά, que considera palabra insólita en griego. Niega la relación de ἀγορά con ἀγείρω, pues afirma que en caso de ser ἀγορά un derivado de ἀγείρω, nunca hubiera producido un timbre vocálico ómicron (o) en la raíz, lo cual es cierto, pero es que nadie postula que ἀγορά sea exactamente un derivado de ἀγείρω, sino que es una formación con la misma raíz indoeuropea, y las raíces indoeuropeas alternan regularmente el grado e y el grado o. Además afirma que una raíz indoeuropea *Əger- es absolutamente endeble e inexistente, ya que sólo existiría en griego y por tanto no se la puede considerar raíz indoeuropea en firme: pero es que nadie dice eso, lo que se afirma es que se vincula a una raíz *ger-/*gor-/gr- (reunir), presente en casi todas las lenguas indoeuropeas, sólo que el griego la ha ampliado con laringal protética, cosa relativamente frecuente.
Tras esta crítica, el artículo afirma, pese a reconocer que ἀγορά y sus derivados están presentes ya en griego micénico (es decir, al menos ya hacia el 1200 a.C.) que la palabra procede en último término del sumerio é.kur (templo, casa de la montaña), vocablo que pasaría al acadio ekurru (templo), que a su vez lo prestaría al hitita, y finalmente al arameo ɂeg-kūrā (templo), formas todas estas vinculadas a una raíz semítica ɂgwr-. Y como en arameo el vocablo aparece por primera vez en el s. V a.C., cuando en griego parece que existía al menos siete siglos antes, afirma que fue prestado al griego directamente desde el acadio. Con todos los respetos para los sin duda grandes conocimientos en lenguas semíticas de la autora, el artículo parece de un rebuscamiento y un atrevimiento grande, y muestra un complicadísimo montaje para justificar una etimología que se diría únicamente basada en un casual parecido fonético, para asumir la cual existen graves inconvenientes obvios, que son los siguientes:
En definitiva, aunque nos movemos en terrenos muy antiguos y de difícil estudio probatorio, las hipótesis más sencillas, directas y claras, suelen ser las más factibles (es la conocida "navaja de Ockham"), y ante semejantes dificultades, tal hipótesis rebuscada no parece digna de tenerse en cuenta seriamente.
- Gracias: Helena
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