Etimología de ALÁ

ALÁ

La palabra "Alá" o "Allah" viene del árabe Allahu compuesta de Al- (el) y Ilahu (Dios). Ilahu esta relacionado con el hebreo Elohim (Dios de los Dioses, ver Jehová, Dios).


Encuentro interesante la información en el sentido de que el plural de Elohím parece haber sido Elohá y que de ahí evolucionó a un solo Dios: Alá, es decir que en el mundo islámico todos los dioses fueron trasladados a la unidad Allahu. En algún momento de la historia de los altos en el estado mexicano de Jalisco, se manejó, dentro del Padre Nuestro, la versión "... santificado se EL tu nombre...", asumiendo que esta sílaba equivale al nombre de Dios.

Es muy controversial, pues parece haber sido deducido de los nombres de los nombres de los arcángeles: Miguel, Grabriel, Rafael, (pueque Luzbel), los profetas Daniel, Elías y otros. Como sea, es un tipo de juego de palabras en español, pues todas la palabras son versiones castellanas de las hebreas. Otros nombres que recuerdo son Gamaliel, Uriel... y todas parecen tener que ver con alguna gracia de Dios: Fuerza de Dios, Dios provee, etc.

- Gracias: Maximiliano Mena Pérez


El español Alá es un arabismo que, efectivamente, deriva del árabe الله allāh "Dios".

La etimología del árabe الله allāh es enteramente semítica, viene de la raíz bilítera {ˀl} que ha formado palabras con los significados de "dios", "divinidad" (a veces también "hombre poderoso", "héroe", "rey divinizado") como el acadio ilu(m) o elu(m), plural ilū, ilānu "dioses", femenino iltu(m) o eltum "diosa", de los que hay cognados en asirio ilu "dios", hebreo אֵל ˀel, con plural אֵילִים ˀelīm "dioses", que se encuentra también aumentado con una consonante ה (h) en אֱלוֹהַּˀelō(a)h "dios", que tiene un plural אֱלֺהִים ˀelōhīm "dioses", fenicio אלֺן ˀelon, con un femenino אלתˀelot, arameo אֱלָהּ ˀelāh que también tiene un femenino אלהת ˀelāhāt, en siriaco ܐܰܠܳܗܳܐ ˀalōhōˀ "dios", ܐܰܠܳܗܬܳܐ ˀalōhtōˀ "diosa", ܐܰܠܳܗܳܬܳܐ ˀalōhōtōˀ "diosas", con un diminutivo ܐܰܠܳܗܽܘܢܳܐ ˀalōhūnōˀ "diosecillo".

En árabe también se da la raíz aumentada {ˀlh} que se concreta en el singular إلاه ˀilāh "dios", plural آلهة ˀālihat "dioses", femenino إلاهة ˀilāhat "diosa", plural إلاهات ˀilāhāt "diosas". El concepto del dios único del monoteísmo en árabe se reflejó con la palabra إلاه ˀilāh "dios" precedida de artículo, الإلاه al-ˀilāh que literalmente es "el dios" y de ahí pasa a significar lo que en español denominamos poniéndole a la palabra dios la mayúscula del nombre propio, Dios, que se refiere siempre al dios único del monoteísmo. La palabra árabe así obtenida sufre dos transformaciones físicas, una meramente gráfica consiste en no explicitar la vocal larga ā, que también afecta al nombre común que se escribe إلٰه ˀilāh, la segunda es la desaparición o aféresis de la consonante ˀ en la forma determinada con el artículo: الـ[ـإ]لٰه al-[ˀi]lāh, de donde resulta la forma más conocida y generalizada de الله allāh que no excluye que se pueda seguir usando la forma primitiva, pues entre los nombres propios masculinos formados con el nombre عبد ˁabd "siervo" en complejo genitival con alguno de los 99 nombres de Dios canónicos en el islam se puede encontrar tanto عبد الله ˁabd allāh como عبد الإله ˁabd al-ˀilāh significando uno y otro "siervo de Dios".

El arabismo Alá es el nombre con el que se referían a Dios en Castilla y Aragón los españoles de religión musulmana, pues antes de su expulsión definitiva en 1609 los españoles musulmanes, que no sabían ya hablar la lengua árabe - o no podían porque se la había prohibido expresamente Felipe II en 1566-, habían ido llenando su romance de términos religiosos de origen árabe y empleaban preferentemente estos arabismos peculiares de hispanohablantes musulmanes antes que los términos equivalentes de origen griego o latino que para ellos estaban excesivamente connotados de cristianismo. Así es como en vez de Dios preferían decir Alá, como también en vez de los ángeles, por ejemplo, hablaban de los almalaques del cielo, en vez de la limosna el azadaque, en vez de la Divina Providencia los arrizques de Alá y hacían el alguado en vez de la ablución. Muchos de estos términos pueden leerse en los tratados de legislación musulmana de los siglos finales de la Edad Media y comienzos de la Moderna. Con la última expulsión de los moriscos de comienzos del siglo XVII esas palabras partieron con ellos al exilio por lo que muy rara vez se volvieron a emplear en el español de España -no así en el de los exiliados en Marruecos, Túnez y otros puntos del Mediterráneo Sur y Este, donde sobrevivió el español de los moriscos algún tiempo, diluyéndose al fin en los dialectos árabes locales-.

Pero la palabra Alá se mantuvo, porque se ponía en boca de musulmanes y cuando un personaje del Quijote o de alguna comedia de Lope o de Calderón es musulmán no menciona nunca a "Dios", sino a "Alá" y con sola esa frase ya está caracterizado de moro para el lector o el espectador. Precisamente en 1611 Francisco del Rosal en su Origen y etymología de todos los vocablos originales de la Lengua Castellana la define como palabra propia de moros y le da su verdadera etimología y parentesco semítico: «Alá llama el morisco o moro a Dios. Es árabe tomado del hebreo que le llama Eloha [אֱלוֹהַּ ˀelōah], o syro, que dice Ela [אֱלָהּ ˀelāh]».

Se siguió usando Alá porque la situación de exclusión religiosa de todo lo que no fuese cristiano propiciaba que se emplease para la religión musulmana una palabra distinta a la palabra Dios. Un empleo muy característico fue el de traducir el lema de la profesión de fe musulmana. Donde el árabe dice لا إله إلا الله محمد رسول الله lā ˀilāha ˀillā llāha muḥammadun rasūlu llahi la expresión enfatizada de negación con excepción, لا إله إلا الله lā ˀilāha ˀillā llāha "no hay más dios que Dios", reforzaba la expresión de la unicidad divina y su traducción debía entenderse como "Dios es único, Muḥammad es su enviado". Sin embargo, la pervivencia del arabismo Alá permitió a la opinión islamófoba dominante traducir deshonestamente "no hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta", con lo que se dotaba a la palabra Alá de un significado diferente del propio del Dios Único, connotando la existencia de una divinidad distinta llamada Alá que, aunque negase la existencia de otros dioses, no se le reconocía ser lo mismo que Dios. De ahí luego se podía decir -y lo siguen diciendo todavía algunas sectas de cristianos especialmente fanatizados- que los musulmanes no creían en Dios, sino en Alá, que era muy otra cosa. Un disparate comparable con el de decir, pongamos, que los luteranos no creen en Dios sino en Gott.

No lo vieron así los académicos del XVIII, quienes ya conocían a los árabes orientales de religión cristiana que acudían a la corte borbónica y sabían que الله allāh significaba "Dios" en lengua árabe, fuera cual fuese la religión del hablante, de modo que en el Diccionario de 1726 definían así: «Ala. s. m. Voz que usan los que quieren afectar el lenguage arábigo, porque hai pocos que ignóren que Alá en árabe quiere decir Dios: y en este mismo sentido se usa de ella, aunque en caso de duda se suele decir vulgarmente válgame Alá, si Alá es Dios. Lat. Deus. (...)». Y en la edición siguiente continuaban sosteniendo el empleo para afectar ser moro y precisaban el origen acentuando mejor: «Alá.s.m. Voz tomada del árabe allah, que significa Dios, de que se usa algunas veces por afectación en castellano en el mismo sentido.m (...)»

Hasta la edición de 1869 la definición de Alá para la Academia era la de "voz árabe que significa Dios", pero en la edición de 1894 la definición cambió. Se introdujo el étimo árabe con la grafía original (Del ár. الله Alláh) y se definió de pronto con cierta distancia o displicencia: "El dios de los mahometanos". Así, con minúscula, la divinidad esa en la que creen los mahometanos. No andaría muy lejos la opinión ultraconservadora de aquellos Juan Valera, Antonio Cánovas del Castillo y Marcelino Menéndez Pelayo, a la sazón académicos de la lengua, tan amigos del que fue catedrático de árabe de Granada y conocido como gran islamófobo Francisco Javier Simonet Pero en la edición siguiente, la de 1899 se corrigió lo que era una evidente incorrección y un error de bulto y se definió de nuevo con racionalidad y sin fanatismo: "Nombre que dan a Dios los mahometanos y los cristianos orientales", que es la definición que ha seguido en el DRAE hasta la edición de 1992, porque el la última ya lo de "cristianos orientales" se ha cambiado por la coletilla mucho más precisa: "Nombre que dan a Dios los mahometanos y, en general, quienes hablan árabe".

- Gracias: Joaqu1n

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