La palabra trozo ha sido hasta hace poco un enigma para los etimólogos, que han generado diversas explicaciones sin fundamento hasta el punto que la DRAE la daba como de etimología incierta. Corominas se acoge a la muy antigua propuesta de Diez de hacerla derivar del latín thyrsus o tŭrsus (tallo de las plantas, bastón característico de Baco), préstamo del griego θύρσος, e incluso duda de si no se trataría de un ignoto vocablo *trŏciu prerromano, quizá céltico. Gunnar Tilander dijo que se formaría a partir de *tortiare, supuesto derivado de torquĕre (torcer o retorcer). Fritz Krüger defendió un cruzamiento de tŭrsus con *trunceare, derivado de truncus (tronco). Johannes Hubschmid habla de una forma gálica *trŏciŭ, derivada de un supuesto *trocus. García de Diego defendía un origen a partir del latín torosus (musculoso, carnoso). Yakov Malkiel argumentó que «trozo» se obtuvo como un falso primitivo y por falso corte a partir de «destrozar», y que este tendría su origen en un latín vulgar *destructiare, derivado del clásico destruĕre (destruir). Y aún existe otra propuesta para «destrozar» del romanista alemán Harri Meier, no a partir de *destructiare sino de un hipotético *extertiare, que sería «reducir a tercios», y de ahí vendría nuestro vocablo trozo. Y todas estas hipótesis son absolutamente refutables cada una por un factor y una razón, o por varias a la vez.
Personalmente creo haber demostrado ampliamente cuál es el auténtico origen de trozo en un trabajo culminado a fines de 2014 cuyas conclusiones resumo, que hoy acaba de publicar la Real Academia Española en versión digital[1], y cuya edición en papel está a punto de salir. En principio trozo, de aparición tardía en castellano, es un préstamo del catalán troç/tros, vocablo gestado en el ámbito occitano donde aparece en el trovador Marcabrú y en la canción de gesta Girart de Roussilhon, ambas fuentes del s. XII. En castellano se detecta en 1490.
El vocablo occitano y catalán procede de la evolución fonética patrimonial del latín tradux, tradŭcis, cuya forma acusativa tradŭce(m), perdió la d intervocálica por lenición, generando un diptongo au que luego monoptongó en o (traducem> *trauce > troç). Este vocablo latino en principio es una formación adjetiva que significa "que conduce de un lado a otro", constituida por el prefijo trans-(de un lado a otro) y la raíz del verbo ducĕre (conducir), vinculado a una raíz indoeuropea *deuk- (conducir, llevar). Pero en latín clásico, sustantivado, su acepción concreta más común es agrícola, la encontramos principalmente en Varrón, Columela, Plinio o Tácito, y se refiere exactamente a ramas o vástagos que se hacen pasar de un árbol a otro para formar una enramada o emparrado, y muy especialmente a los vástagos, sarmientos o mugrones de vid, cuyos cultivos se dan emparrados. Estos tradŭces, deben ser cortados periódicamente y se emplean como leña o esquejes de nuevas plantas. En latín tardío, con un amplio empleo en los textos de los padres de la Iglesia que introducen en gran medida en la literatura escrita los usos orales y populares del latín y su tendencia a sustituir los abstractos latinos por vocablos concretos, la palabra adquiere el valor de ʻintermediarioʼ, también la ʻparte de algo o alguien que pasa o se trasmite a otroʼ, la emanación de alguien que recibe otro, y así el vocablo adquirirá sentidos similares a ʽlegadoʼ, ʻherenciaʼ o incluso ʻlinajeʼ, ʻparte que se da a otroʼ. Pero incluso en latín medieval del s. XII existe un texto[2] en que ya se utiliza el vocablo tradux con el sentido pleno y concreto de trozo o fragmento de algo material, en este caso se habla de lignorum traducibus ("trozos de leños", "trozos de madera").
Fehacientemente el vocablo catalán troç conserva todos los sentidos latinos del vocablo tradux: 1) Parte de cualquier cosa separada del resto. 2) Porción de algo considerada como parte del resto, de lo cual no está realmente separada o desvinculada. 3) Distancia intermedia o trecho que conduce de un punto a otro 4) Campo o heredad, porción de terreno heredada de los antepasados, herencia.
El verbo destrozar también viene del catalán destrossar, verbo más tardío que troç y no anterior, y que debe ser objeto de estudio aparte.
[1] PINGARRÓN SECO, Elena, "Trozo, destrozar y otras etimologías oscuras de la Romania". Boletín de la Real Academia Española (BRAE) CCCXIII. Versión digital. Madrid. Enero-junio de 2016.
[2] Epistularium Guiberti, Ep. 9, 714-721. CLCLT. Library of Latin Texts. Centre Traditio litterarum Occidentalium (versión 7ª, en DVD), 2008. Ed Brepols.
- Gracias: Helena
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