La palabra torero, que aparte de ser un adjetivo de relación (lo que pertenece o se relaciona con el toreo o lidia de toros) designa al que por profesión ejerce el toreo, tiene una larga historia, aunque quizá no tan larga como algunos pretenden. Pues en latín existe en efecto la forma taurarius, que nos daría directamente torero en lengua patrimonial, apenas testimoniada epigráficamente, como forma alternativa de taurocenta (el gladiador o luchador circense especializado en luchar a pie con un toro) palabra que se explica por cierto por una hipotética forma griega *ταυροκέντης, seguramente de κεντέω (picar o batirse con una pica), lo cual indicaría que determinados espectáculos gladiatorios no son achacables exclusivamente a una supuesta "brutalidad" romana. Pero, eliminados tales juegos, es dudosa una continuidad de la palabra taurarius durante la Edad Media.
Lo cierto es que la primera vez que se usa de manera constatada torero para designar a quien lidia un toro es cuando el poeta renacentista Juan Boscán la emplea así en 1534 en la traducción que hace de El cortesano de Baltasar Castiglione, afirmando que "ser buen torero" ha de ser uno de los rasgos del joven noble. No sabemos si el término de Boscán depende directamente del antiguo taurarius, o más bien pudo crear un vocablo a partir de toro con el sufijo de relación -ero, o simplemente adaptar para ese uso un adjetivo de relación vulgar que significara sencillamente lo vinculado a los toros, ya que taurino (del latín taurinus es un mero cultismo no gestado por la lengua del pueblo). En cualquier caso en ese momento torero no designa a ninguna profesión, ni tampoco a la forma actual de toreo a pie, sino al que practica el deporte nobiliar del alanceo de un toro a caballo, que en esos momentos parece que tampoco es exclusivo de los predios hispanos, y cuya tradición pervive aproximadamente en una forma de toreo a caballo que llamamos rejoneo.
Pero en la lengua parece haberse gestado el verbo torear, y de torear un vocablo entonces preferente y de impecable formación que es toreador, para designar a quien torea con un sufijo de agente, y que además no tiene que ser necesariamente quien lo haga por profesión. Parece claro que durante el siglo de Oro fue vocablo preferente, y así lo usa Quevedo por ejemplo en un romance referido a penitentes de semana santa: "En el mismo Prendimiento,/hace, como toreador,/suertes, y no penitencia,/la disciplina rejón."
Así las cosas parece que toreador es término preferente para el que torea durante los siglos XVII, XVIII y XIX, en que se prefiere sobre todo para designar al que torea a caballo, que es arte de toreo más tradicional, como puede verse en las ediciones del DRAE entre 1739 y 1869. A partir de 1869 el DRAE lo recoge como mero sinónimo de torero, sin especificar si a caballo o a pie. En efecto el toreo a pie parece que procede de los antiguos subalternos de los nobles que preparaban las suertes del caballero. Poco a poco surge la figura de quien busca ganarse la vida con ello, normalmente con pocos recursos y sin caballo, enfrentándose siempre a pie al toro, y entonces ya va a considerarse una profesión, por lo que no es extraño que se le asocie poco a poco y cada vez más el término preferente de torero, dado que en la lengua el sufijo -ero tiene como posibilidad la expresión de oficios.
Sin embargo toreador ha pasado a otras lenguas como préstamo del español desde el s. XVII, como por ejemplo el francés, e incluso también el inglés. Es muy conocida la ópera Carmen de Bizet, con su no menos conocida marcha de los toreadores, escrita entre 1872 y 1874. En ella los escritores del libreto en francés, Meilhac y Halévy, que lo hicieron a partir de la novela de Prosper Merimée, lo que escriben es toreador, porque es así como preferentemente se dice torero en francés, aunque también haya pasado el préstamo torero.
Muchos otros vocablos designan al torero, como matador o diestro, reservado para el maestro o torero principal consagrado, y otros vocablos que designan a especialistas subalternos (banderilleros, picadores, etc.) o a los que todavía no torean toros adultos, como novillero, personajes todos que intervienen en este espectáculo, hoy muy polémico por lo que tiene de castigo o tortura de un animal.
En cualquier caso torero procede del latín taurus (toro), que encontramos también en griego ταῦρος y en otras lenguas indoeuropeas. Es un viejo término cuyo origen podría ser preindoeuropeo. Ni la existencia de formas indoeuropeas en st- permite pensar en un préstamo semítico en indoeuropeo, ni en un préstamo indoeuropeo en el semítico. Tampoco parece muy afortunada la relación que da Pokorny con la raíz indoeuropea *teuə- (hincharse, ser fuerte), que no explica bien las formas indoeuropeas en st, como stiur del gótico o el avéstico staora. Según Ernout y Meillet la palabra tiene la inestabilidad característica de un viejo vocablo popular.
- Gracias: Helena
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