Etimología de FALANGE

FALANGE

La palabra falange viene del latín phalanx, phalangis que la tomó del griego φάλαγξ, φάλαγγος ("phálanx, phálangos"). Esta palabra significaba en origen rodillo de madera o tronco, de los que se utilizaban para desplazar sobre el suelo grandes pesos o para deslizar sobre la arena barcos hasta botarlos en el mar. Después pasó a significar también línea o frente de batalla (que barre el campo enemigo como un rodillo) o ejército organizado y en marcha. Sobre todo era una formación de combate que desarrollaron las poleis griegas consistentes en líneas muy compactas de soldados hoplitas (llamados así por su armamento), de modo que cada línea era una falange. Los soldados hoplitas eran una infantería pesada armada con coraza, casco y grebas, con un gran escudo, una larga lanza y una espada corta. La formación de falange era muy compacta y los soldados iban casi enlazados, de modo que con el escudo, portado en la mano izquierda, cada soldado protegía sobre todo el lado izquierdo de su cuerpo y el lado derecho del cuerpo del compañero que tenía a su izquierda. Por los huecos entre los escudos blandían las armas, principalmente la lanza. Era por tanto lo principal no abandonar la fila, considerado el mayor acto de cobardía, porque se abría una brecha que redundaba en los demás, y la efectividad se cifraba por tanto en la acción coordinada y no en las proezas individuales. Era pues una táctica basada en la igualdad ciudadana para la guerra, y muy diferente de las antiguas tácticas micénicas narradas por Homero, en que unos aristócratas o paladines, dotados de un completo armamento de bronce, entablaban combates singulares con sus iguales que decidían el rumbo de la guerra, mientras unas tropas de infantería, deficientemente armadas, incluso con piedras y estacas, se hostigaban los unos a los otros desordenadamente, secundando las acciones de sus jefes. Fueron muy famosas por su efectividad las falanges macedónicas de Alejandro Magno.

Los romanos también practicaban ese tipo de formaciones básicas en sus legiones, si bien el legionario, o soldado de infantería pesada, llevaba un armamento más sofisticado, como las corazas de láminas de metal articulado que permitían mayor movilidad y protección de hombros, cascos más sofisticados a veces con protección de nuca, un par de jabalinas, una espada larga (gladius) y un puñal. Los romanos desarrollaron otras tácticas y formaciones de ataque, además de este método de la fila compacta.

Lo cierto es que de la palabra griega φάλαγξ, el latín sacó dos palabras diferentes. Una fue phalanx, phalangis referida a la formación del ejército. Otra fue phalanga (preferentemente usada en plural phalangae) para designar a los rodillos de madera con que deslizar los barcos, y también a todo tipo de artilugios de madera desarrollados por los romanos para elevar pesos. Acabaron escribiendo también la palabra como palanga, y de ahí viene nuestro término palanca. Algunos sostienen que el mismo término palanga, evolucionado dentro del francés, dio la palabra planche que fue prestada al español con la forma plancha, pero es hecho probado que planche viene del latín planca o plancula (plancha), forma sustantivada a partir de plancus (aplanado).

Sin embargo el latín en ningún momento empleó ni un vocablo ni el otro para referirse a cada uno de los huesecillos articulados de los dedos, que es otro de sus significados actuales. En realidad fue el filósofo griego Aristóteles el primero que empleó el término griego φάλαγξ en la Historia de los animales 1,15, 3, para referirse a las articulaciones de los dedos de manos y pies, por su semejanza con rodillitos o por el hecho de que fueran articuladas como la formación de soldados. Así, aunque el término nos llega del latín, la enorme influencia de Aristóteles en todos los tiempos trasladó esta acepción al término latino, que no la tenía.

La palabra griega φάλαγξ se vincula a una raíz indoeuropea *bhelg- (tablón, viga). Esta raíz generó en germánico los términos balkon y block, que tomamos en préstamo y dieron lugar a las palabras balcón y bloque. En latín generó el verbo fulcire (apuntalar, afianzar, apoyar, sostener, soportar), que da lugar al verbo fulcir con el mismo significado, y a la palabra fulcro (punto de apoyo de una palanca).

- Gracias: Helena

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