Etimología de TEMPERAMENTO

TEMPERAMENTO

La palabra temperamento es un cultismo latino y viene del latín temperamentum. Con temperamento nos referimos principalmente al carácter y rasgos del carácter propio de una persona. Y es que la palabra temperamentum tiene ciertos matices comunes, aunque no sea igual, con el vocablo de origen griego idiosincrasia (= la mezcla particular de cada cual). Temperamentum quiere decir en latín combinación proporcionada y justa medida propia, que "atempera" todo exceso, por eso es también sinónimo de moderación y mesura. Y es que la palabra se deriva con un sufijo instrumental-resultativo -mentum a partir del verbo temperare, que en principio significa mezclar o rebajar cualquier cosa (líquidos sobre todo) para ajustarlos al tempus (tiempo, momento, ocasión), ya sea a la temperatura ambiente o a las circunstancias adecuadas a la ocasión, y por eso, también es mezclar, rebajar, moderar y hasta contenerse y tener control de sí mismo. De temperare proceden también templar, temple, templado, templanza y atemperar.

En realidad temperare es un verbo latino que se deriva de tempus, temporis (tiempo). Este vocablo presentaba en latín dos variantes radicales alternantes *tempus-/ *tempes-, y la variante *tempes- la podemos ver claramente en diversos derivados suyos como tempestad, tempestuoso e intempestivo. Pero además, como todos los temas sigmáticos (raíces que acababan en una s), estas variantes fueron afectadas por un fenómeno fonético que se produjo en latín a lo largo del s. IV a.C., y que se llama rotacismo. Consistió este en una fortísima sonorización de todas las eses simples cuando se hallaban en posición intervocálica, hasta el punto de que se convirtieron en erres.

Es por eso que tenemos formas como temporal, contemporáneo, extemporáneo, temperar, atemperar, temperatura, tempero, intemperie, intemperante u obtemperar. Son formas que ya nos vienen así desde el latín y en que la vieja raíz tempus-/tempes- pasa a tempor-/ temper- por haber quedado su ese situada entre vocales y haber sufrido el rotacismo. Tenemos muchas huellas de ese rotacismo latino en castellano, como gestión, frente a gerente, justo, frente a jurídico, combustión frente a comburente, etc.

Además hasta ahora hemos tratado derivados cultos, y los cultismos conservan sus raíces tal cual eran en latín. Pero si observamos los derivados vulgares o patrimoniales percibiremos además un cambio fonético propio de la lengua romance castellana: una disimilación a distancia entre sonantes líquidas. En efecto la palabra templar y sus derivados temple y templanza, muestran una l donde esperariamos una r. Templar viene de temperare, en que por síncopa cayó la vocal pretónica e breve (temp(e)rare). Pero además se generaba una secuencia r-r de pronunciación molesta o cacofónica. Inmediatamente una erre disimiló pasando de vibrante a líquida, es decir, transformándose en l, y de temprar, obtuvimos templar.

- Gracias: Helena

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