La palabra tenazas, usualmente empleada en plural aunque a veces se dice también tenaza, instrumento de metal que sirve para sujetar fuertemente cosas, viene del latín tenaces, tenacium, que es un plural también que vemos usado en la obra del agrónomo Emiliano Palladio (s. IV d.C.), con el valor de ataduras o cualquier cosa que sujeta fuertemente, y que ya en latín medieval sustituye al nombre forceps, forcĭpis (el nombre de las tenazas en latín clásico). Es fácil suponer que propiamente tenaza pudo venir exactamente de un plural neutro tenacia que influyó sobre el plural tenazas. Existía también una forma diminutiva tenacŭla que es la que da lugar al francés tenaille y al catalán tenalles.
La forma tenaces es el plural del adjetivo tenax, tenacis (que sostiene fuertemente, que agarra, tenaz, adherente, que no desiste ni suelta), adjetivo formado con sufijo -ax (-az en castellano) de fuerte tendencia, sobre la raíz del verbo tenēre (sujetar, sostener, poseer, dominar, tensar). De este verbo proceden muchas palabras, como tener, tenaz, tenedor, tenis, atenerse, abstener, contener, continente, mantener, sostener o rienda. Su raíz indoeuropea *ten- (tender, estirar), dio también en latín:
- Gracias: Helena
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