La antigua y hoy desusada palabra borujo, del latín voluculum (pequeño envoltorio, funda, lo que envuelve), de donde tenemos también la palabra orujo. Está formada con:
El verbo volvere (dar vueltas, girar, rodar, envolver) asociado a la raíz *wel-2 (volver, enrollar).
El sufijo instrumental y diminutivo -culum, que encontramos en palabras como obstáculo, oráculo, tentáculo, etc. Este sufijo cambia a -jo, cuando pasa al español, como vemos en conejo, espejo y viejo.
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