La palabra electrolocalización indica la acción de determinar el lugar donde está algo detectando sus cargas eléctricas. Esta palabra está compuesta con los siguientes elementos:
Elemento electro- en referencia a la electricidad, como en electronegatividad, electrocardiograma, electroterapia, etc. Viene del griego ἤλεκτρον (elektron = ámbar, en origen brillante y luego "aleación de oro y plata"). Este nombre le fue dado por el físico y médico británico, William Gilbert (1544-1603), pues descubrió cargas eléctricas frotando partes de ámbar.
La palabra latina localis (relativo al lugar), compuesta con:
La palabra locus (lugar), de donde tenemos lugar, colocar, colgar, dislocar, etc.
El sufijo -alis (relativo a), de donde tenemos el sufijo romance -al, como en artificial, nupcial, oral, etc.
El sufijo verbal latino tardío -izare, procedente del griego -ίζειν (hacer, convertir en), como en las palabras analizar, bautizar y realizar.
El sufijo -ción (acción y efecto) que encontramos en palabras como: defunción, ecuación, ovación y succión.
Si unimos todo junto nos da algo así como: "acción y efecto (-ción) de convertir (-izar) señales eléctricas (electro-) en un lugar (locus)".
Los ornitorrincos tienen electrorreceptores en su hocico, que les permiten detectar las pequeñas señales eléctricas que emiten sus presas (como los camarones) al moverse debajo del agua. Es decir, usan la electrolocalización para encontrar alimentos.
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