La palabra podenco (tipo de perro) lleva el sufijo -enco, derivado del visigodo -ingos y emparentado con el inglés -ing, cono en bullying, marketing y ranking. Hay varias posibilidades sobre la raíz de esta palabra, pero yo me inclino a la explicación que dice que viene de germánico pudlehunt (perro de aguas), compuesto con pudle (zanja, surco, charco) y hunt (perro). De esa misma raíz nos vendría la palabra inglesa poodle (perro caniche).
La más insólita es precisamente que pueda venir de pudlehunt o algo parecido, por mucho que Corominas privilegie esa posibilidad que la Academia hace bien en desechar. En primer lugar porque el podenco no ha sido nunca un perro de aguas por mucho que se testimonie en portugués antiguo una mención de "podengos de agua". Precisamente el hecho de que tenga que especificarse "de agua" garantiza que podenco o podengo nunca significó perro de aguas, sino que en algún momento alguien tuvo unos podencos especialmente adiestrados para la caza en agua y nada más. El podenco en sus distintas variedades es un perro especializado en caza de conejos y liebres que también se utiliza en rehalas (jaurías organizadas para la caza mayor) en la caza de jabalíes y otras piezas grandes. Es un perro muy español, desde antiguo, muy fuerte, alto y esbelto, que comparte con el galgo una extraordinaria (si la comparamos con el común de los perros) longitud de sus patas, que en el caso de los podencos son algo más gruesas y fuertes que las de los galgos. De ahí la famosa discusión de los conejos de la fábula de Iriarte, de si los perros que los perseguían eran "galgos o podencos", discusión tan inoportuna en ese momento que hace que los perros los alcancen y los cacen, y que se ha convertido en frase proverbial para referirnos a diatribas sobre sandeces en momentos en que lo que se necesita es la acción.
Las patas del podenco son su rasgo más notorio, por su gran longitud desde que son cachorros (doy fé, mi hijo tiene un podenco). La palabra se testimonia en castellano por primera vez como potengo en el año 1064, voz formada con un claro sufijo -engo/-enco de origen germánico que se aplicó sin pegas a nombres latinos, como en zopenco o ibicenco, sobre una forma del latín vulgar pauta (pata), monoptongada en pota, que es la otra variante de patta, y de la que Corominas lo ignora todo, pues afirma que *pauta sería una forma germánica. Como demuestro completamente en un artículo que está en vías de publicación en el Boletín de la Real Academia, pauta y patta son variantes latinas vulgares de un mismo vocablo latino, que de momento callaré hasta que mi artículo esté publicado. La forma para el perro se testimonia en otros romances, y en catalán, además de podenc, tenemos la forma potenc (patudo), derivado de pota (pata), que en mallorquín, en sentido figurado, se aplica al muy estúpido y bruto.
- Gracias: Helena
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