Etimología de MAR

MAR

La palabra mar viene del latín mare (masa de agua). De ahí también las palabras:

La palabra latina mare se vincula a una raíz indoeuropea *mori- (mar, cuerpo de agua), que también estaría presente en las palabras merluza y romero.

La palabra mar es de género ambiguo, es decir, puede ser masculino (el mar) o femenino (la mar). Otras palabras de género ambiguo son: azúcar, calor, sartén1, tilde.

No hay que confundir género ambiguo (se emplea con ambos géneros, tiene ambos: femenino o masculino) con el género común. El género común puede representar femenino o masculino, pero la palabra no cambia de terminación. Por ejemplo: "el presidente" y "la presidente". Otras palabras de género común incluyen: el/la dentista, el/la poeta, el/la pianista, el/la electricista, etc.

Tampoco hay que confundir el género ambiguo con epiceno, el cual tiene un sólo género para ambos sexos. Por ejemplo, se dice "el águila", aunque sea hembra o la pantera, aunque sea macho. Otros ejemplos incluyen: el ratón, la perdiz, y la persona.

Nota:

  1. Aunque el DRAE no acepta el vocablo más que como femenino, en diversos lugares de América se emplea también como masculino

Las razones por las que una palabra puede presentar género ambiguo son diversas. Muchas veces como en mar, se debe a que el sustantivo latino mare no era ni masculino ni femenino, sino de género neutro. Las lenguas romances eliminaron el género neutro en los sustantivos y los trasformaron en masculinos o femeninos. Así muchos neutros tematizados en -o, como los masculinos, pasaron a masculinos, como templum y aedificium, que dieron templo y edificio. Otros neutros, aunque tematizados en -o, se usaban preferentemente en plural, y como el acusativo plural neutro siempre acaba en -a, acabaron convertidos en femeninos (como por ejemplo arma). Otros incluso dieron una forma masculina y otra femenina con un valor colectivo, como leño y leña, ambas procedentes del neutro latino lignum.

En el caso de los neutros de la tercera declinación, temas en -i, que llevaban una -e en principio asociable tanto a femenino como masculino, se asociaron aleatoriamente a un género, como red (del latín rete, neutra) que es femenina, o quedaron ambiguos como mar (de mare).

Pero no hay que confundir este fenómeno con el caso de palabras como taxista, electricista, etc., que lo que presentan es un sufijo -ista o -ta ambivalente al género y que únicamente designa a un agente de una acción verbal, a quien realiza una determinada acción sea cual sea su género.

En cuanto a palabras de género epiceno es correcto lo dicho. Sin embargo hay que tener cuidado especialmente con palabras, sean de género epiceno o no, que se inician con una a tónica. Estas, para evitar la cacofonía y el hiato, siempre llevan un artículo el o un, aunque muchas sean en realidad femeninas. Así el águila, en efecto de género epiceno, es femenina, y se dice por ejemplo "el águila pescadora" o "el águila negra", lo mismo que se dice "el agua clara" o "el agua contaminada".

- Gracias: Helena

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