La palabra romero tiene dos acepciones diferentes que responden a distinto origen. Por un lado designa a un tipo de mata o arbusto silvestre, muy común en España y en todo el Mediterráneo, con hojas lineales y coriáceas y flores azuladas, muy aromático, y muy usado desde la antigüedad como condimento culinario, en farmacopea con distintos usos antiinflamatorios en general, y en perfumería. Es planta muy conocida que los franceses llaman romarin, los ingleses rosemary, etc. Por otro lado designa al que va en peregrinación religiosa o romería a algún centro de culto.
Pues bien, el vocablo romero que se refiere a la planta viene del nombre latino de la planta ros maris ("rocío del mar"), empleado por Ovidio, Virgilio y Plinio, que tiene también la variante ros marinus (rocío marino) que hallamos en Columela y Horacio. La expresión ros maris se contrajo en las formas vulgares tardías como romaris, y luego modificaciones romarum, romarius y romarium, que da lugar a romero. La palabra latina ros, rōris, que también nos da rocío se asocia a una raíz indoeuropea *ers-2 (estar mojado), y la palabra mar, maris (mar) a un radical indoeuropeo *mori- (masa de agua, mar). Lenguas como el francés (romarin) o el italiano (rosmarino) forman el nombre del romero a partir de la otra variante ros marinus. En catalán se llama romaní.
En cuanto a la palabra romero que designa al peregrino religioso, en realidad viene, con una modificación del sufijo, de un latín tardío Romaeus, que es el que da el nombre propio italiano Romeo. Este era una traslación del griego ῥωμαῖος ("rōmaios") que propiamente significaba romano. Pero esta voz griega, una vez cayó el imperio romano de Occidente y sólo quedó el de Oriente o bizantino, como hablaban griego, pasó a denominarlos a ellos mismos para los pueblos de fuera (eran romanos, "romaioi"), pero los bizantinos empezaron a emplearlo para designar a todos los habitantes del ya desmembrado imperio romano occidental, que aun hablaban latín, y se acercaban a Oriente en peregrinación religiosa para visitar Jerusalem y los lugares ligados a la vida de Jesús. Por este motivo ῥωμαῖος y su variante latina romaeus, pasó a significar sin más peregrino religioso, contaminándose luego con formas tardías como Romereus, e igualándose por analogía a los nombres acabados en -ero que venían del sufijo latino-arius. Pero en castellano, la forma más antigua para peregrino es romeo.
En principio esta forma designa a cualquier peregrino, vaya a Jerusalem, a Santiago o a cualquier lugar sagrado, pero también por etimología popular, vemos que, por su vinculación al nombre propio Roma, alguna vez en latín medieval se usa Romeus con el sentido de el que peregrina a Roma, a visitar la tumba de san Pedro. El nombre propio Roma es de etimología oscura y discutida.
- Gracias: Helena
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