La palabra incienso viene del latín incensum, con la típica diptongación de la e breve por naturaleza y tónica, nombre neutro derivado del participio del verbo incendere (quemar, encender). Designa pues genéricamente a todo producto destinado a quemarse, en especial, las lágrimas o resina seca del árbol llamado del incienso, que destila un producto muy aromático asociado desde antiguo no sólo a la fabricación de perfumes, sino vinculado a los sahumerios destinados a los dioses ya desde los egipcios y mesopotámicos, así como en rituales religiosos del mundo griego y romano.
La raíz es la del verbo latino candeo (estar inflamado), de donde proceden palabras como incensario, candela, candente, candelabro, candor, cándido, incandescente, encender o incendio. Sobre el eufemismo que lleva así a denominar al incienso, ver turiferario.
- Gracias: Helena
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