Etimología de FLICTENA

FLICTENA

La palabra flictena la define el DLE como "vejiga pequeña o ampolla cutánea que contiene sustancias acuosas y no pus". Se trata de lesiones vesciculosas producidas por quemaduras de primer grado, o cuando algo fricciona repetidamente la piel, como un zapato que nos molesta o nos 'cala', o al manipular una herramienta de trabajo rudo, como un mazo, una barra, etc., que termina por producirnos una o varias ampollas (flictenas) en la mano.

Flictena es un vocablo que proviene directamente del griego φλύκταινα = phlýktaina 'pústula, ampolla', de phlyein, 'burbuja' (por el aspecto de las flictenas, que parecen burbujas). En latín moderno o científico es phlyctena (phlyctenae en plural).

Phlýktaina se encuentra documentado desde el siglo V a.C. en los escritos del médico griego Hipócrates, y para 1586 se atestigua en francés como phlyctène (sustantivo femenino), así como en 1660 y 1741 (CNRTL). Agregándole el sufijo griego -osis, que indica 'enfermedad o proceso' se formó el término flictenosis (phlyctenosis en latín moderno) para nombrar al proceso que consiste en la formación de flictenas. Así mismo, flicténula (phlyctenula en latín moderno), con solo agregar el sufijo latino diminutivo -ulus, -ula), que significa 'pequeña (-ulus) flictena', es decir, ampollas pequeñas.

- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.


La palabra flictena en realidad pasó al francés en el s. XVI no desde el griego, sino desde el latín donde fue término habitual de la literatura médica en latín desde que el médico romano Aulo Cornelio Celso (s. I a.C.- I d.C.) introduce el vocablo por primera vez en latín como phlyctaena, y lo usa en más de una ocasión explicando el tipo de pústula o ampolla a que alude, de contenido acuoso y que si se rompe surge debajo la carne viva. El vocablo phlyctaena aparece después repetidas veces en la traducción latina de la obra del médico Oribasio de Pérgamo (traducción datada en el s. VI d.C.) e incluso adquirió en latín formas vulgarizadas y adaptadas, como flyctena, flictena o flectina, variantes que son de uso habitual en latín medieval donde se atestigua en textos médicos ya incluso flectina con el valor de ampolla o burbuja de cualquier naturaleza. Todas estas informaciones pueden hallarse en detalle en Thesaurus Linguae Latinae. Simplemente en el Renacimiento, época de vuelta a la absoluta corrección originaria, se restituye la grafía clásica de Celso y los tratadistas médicos romanos. No está claro que al castellano necesariamente pase desde el francés, pudo simplemente pasar desde el latín que empleaban los médicos, si bien el término no se recoge en un diccionario castellano hasta 1853 (en los de Domínguez y Gaspar i Roig simultáneamente), pero debió de ser un término común de los médicos desde mucho tiempo antes.

En cuanto a la palabra griega de la que procede, φλύκταινα, se forma con elemento -ti- y un sufijo peyorativo -aina sobre un tema griego phlug- (hincharse) presente en el verbo φλύω ("phlyo", estar hinchado, estar rebosante, hervir) y en el verbo φλύζω ("phlyzo", brotar, hervir a borbotones), que se asocian con una raíz indoeuropea *bhleu- (hinchar, rebosar), que es la misma a la que se vincula el verbo latino fluĕre (fluir, manar), de donde vocablos como fluir, fluido, fluctuar, flujo, superfluo, gelifluxión, etc. Consúltese el respecto el diccionario etimológico del griego de Pierre Chantraine.

- Gracias: Helena

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