La palabra tabardillo según el DLE significa insolación, y también tifus, especialmente el exantemático que deja pústulas o petequias por el cuerpo. Pero aunque no lo recoja la DRAE en España gastamos mucho la palabra tabardillo ("tengo un tabardillo encima", "no me quito de encima este tabardillo"…) para referirnos a cualquier mal infeccioso indefinido, especialmente cosas que no sabemos si son fuertes catarros o afecciones gripales de diversa naturaleza. Y en estas expresiones siempre parece primar la idea de "llevar encima el tabardillo", lo que es indicio de la puesta en relación que hacen los hablantes de tabardillo con tabardo (prenda de abrigo, gabán, ropón). La palabra aparece por primera vez recogida en un diccionario en 1591, en el de Percival, y sus primeras ocurrencias en este y en los diccionarios de inicios del s. XVII recoge la acepción de erupción púrpura de la peste o vejigas de viruela que cubren todo el cuerpo. En la literatura se testimonia por primera vez en 1570, pero esto es porque es un término vulgar y poco literario, sin duda mucho más antiguo y de uso frecuente.
La palabra parece venir del latín medieval tabardilius (pústula pestilente), que empleada en plural tabardilii aparece en una fuente tan tardía como el Acta de la Vida de san Fernando, rey de Castilla, y considera Du Cange que es término propio del latín hispano y que allá donde los itálicos dicen petecchia, los hispanos dicen tabardilius, de donde también en portugués tabardilho.
Es sin duda un curioso vocablo del que Du Cange aventura con fundamento una relación con tabes (corrupción, putrefacción). En efecto hay toda una familia etimológica latina con la raíz tab-, que incluye palabras como el verbo tabēre, tabum, tabus, tabĭdus, tabefacĕre, etc., que remiten a la idea de la disgregación por corrupción, de la sangre corrompida, etc., familia que depende de una raíz indoeuropea *tā- (derretir, disolver). Pero sin duda la forma se cruzó con el latín medieval tabardum o tabardus (túnica, manto, ropón o sayo), en la idea seguramente de un mal ulceroso que te cubre como un manto, por lo cual podemos imaginar un derivado *tabardilis (que cubre como un manto) de donde después vendría tabardilius, pero asociado a la raíz de tabes. Parece la hipótesis más verosímil. El vocablo tabardus/ tabardum que nos da tabardo, parece un préstamo quizá germánico o céltico en el latín tardío.
- Gracias: Helena
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