El verbo silbar viene del latín sibilāre (silbar), con una síncopa y una metátesis, verbo derivado de sibilus (silbo, silbido). De ahí también los cultismos sibilante o sibilancia. Los vocablos tienen en latín variantes dialectales como sifilus o sifilare, de donde palabras como nuestro verbo chiflar, que en origen designa la acción de emitir silbidos y sonidos de burla, conducta a veces propia de trastornados, y por eso pasó a la idea de perder facultades mentales, y de ahí también chiflado.
El vocablo sibilus se asocia a una variante *sibh- de la raíz indoeuropea *swei-, que significa "silbar, soplar o sisear", lexema posiblemente onomatopéyico vinculado al sonido de las serpientes que son animales proféticos y oraculares en el mundo clásico. Este radical está presente en casi todas las lenguas indoeuropeas, y en el griego en el verbo σιζω ("sizo", silbar).
Posiblemente la palabra sibila (profetisa del mundo antiguo), procedente del latín Sibylla y considerada habitualmente préstamo del griego Σίβυλλα, tenga alguna relación con esta raíz indoeuropea. La palabra Σίβυλλα es muy extraña en el griego, pues el griego no conserva nunca la s inicial indoeuropea, por lo que es fácil que en griego sea un préstamo de otra lengua indoeuropea (suditálica), o no, y que la palabra no fuera de origen indoeuropeo, o que haya sido gestada en un dialecto marginal del griego.
- Gracias: Helena
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